por Jorge Salcedo
A pesar de mis pocos conocimientos de heráldica, propongo una bandera cubana que dé cuenta de nuestra tradiciones hispano-árabes y africanas, mucho más vigentes hoy, a la entrada del siglo XXI, que en el siglo XIX, cuando se diseñó la anterior:
Nada de barras y estrellas, nada de rojo y azul, nada de gorros frigios y toda esa simbología presuntuosa que nos buscaba emparentar a la fuerza (la fuerza de la ilusión de nuestros próceres) con el tronco de la tradición occidental. La luna del árabe en la noche total de nuestra insularidad, el verde y el amarillo simbólicos de las emociones hispánicas que impulsan nuestras gestas junto a la fuerza telúrica del África negra. Podemos dejar el triángulo y la división tripartita como una vaga alusión a nuestra masonería y al cristianismo que pasó.
Mi bandera no es un proyecto político o una mera preferencia personal, pero creo que, por eso, refleja mejor nuestra mentalidad y nuestras efectivas tradiciones sociales, étnicas y políticas.
Más aquí sobre “la guerra de las banderas”.