por Juan F. Benemelis Los programas espaciales y el rastreo de la Luna y otros cuerpos vecinos, así como del cosmos, han alterado la percepción de la Tierra como un mundo autosuficiente, sustituyéndola por la de uno encadenado e integrado a una mecánica formativa y destructiva inherente a todo el Sistema Solar y el Universo.
Sabemos cuánto de nuestra actual existencia terrestre depende del buen comportamiento del cosmos. El Sol tenía que ser una estrella tranquila, aunque, a su vez, ejerce una influencia caótica sobre nuestro planeta. Se sospecha que sus ciclos de actividades, que en la actualidad duran 13 y 26 años, provocan severas sequías o inviernos más crudos, entre otros trastornos climáticos, induciendo a deformaciones como las edades de hielo. Otro de los efectos dislocantes es el choque del viento solar con nuestro campo magnético, que desata potentes tormentas eléctricas.
Otra conjetura del catastrofismo resultan las oscilaciones verticales periódicas del Sol, cuando con todo su sistema atraviesa magnas nubes de polvo interestelar que trastornan los nidos de cometas exteriores ubicados en la nube de Oort. Este fenómeno concuerda con la periodicidad de las reversiones de la polaridad del campo magnético terrestre, sucedidas cada 26 ó 30 millones de años aproximadamente. Por otra parte, cada 100 a 150 millones de años, el Sol atraviesa uno de los brazos espirales de nuestra galaxia, la Vía Láctea, deambulando por el mismo unos 10 millones de años, período en el cual existe un alto porcentaje de probabilidad de aproximarse peligrosamente a alguna Supernova, desarticulando la mecánica del Sistema Solar y afectando la vida biológica planetaria.
Por ejemplo, podría originarse un cambio en el comportamiento orbital del Sistema Solar si en su actual penetración en el brazo de polvo y gases de Orión tropezara con una sección densa, cuya fricción fuese capaz de frenar nuestra órbita planetaria alrededor del Sol, elevando las temperaturas en la superficie a niveles insoportables para todo lo viviente.
Los días del Sol como estrella también están contados. Así mismo sucede con todo su sistema de planetas, planetoides, asteroides y cometas.
