por las Gemelas de Oro
Josán Caballero nos acusa de no existir. Con una descortesía que podríamos tomar como grosería si no estuviéramos tan escamadas, se lanza a pedirnos cuentas. “Estas gemelas no atienden ni su cocina”, gruñe. “Ahora sospecho que son un invento de Añel, porque, ¿quién las ha visto en vivo y en directo? Ellas actúan según como se mueve la marea, la correlación de fuerzas. En eso se manifiestan igualito que Lamimita Loynaz”. Y no contento, se pregunta:
“¿Por qué Añel no les hace una pesquisa tipo Sherlock? Creo que no la soportarían, quedarían descubiertas… o descubierto”.
Josán, Josán, ¿qué te ha hecho Lamimita? ¿Qué te hemos hecho nosotras? ¿Por qué nos metes a todas en el mismo saco? Cuando Añel y su esposa nos invitaron a participar en su blog accedimos a regañadientes, pues sabíamos de antemano que la falta de tiempo nos estresaría irremediablemente. Luego, algunos nos incitaron a abrir un blog a sabiendas de que sería imposible para nosotras mantenerlo actualizado. Y los complacimos. Pero tampoco hay que exagerar. ¡La vida corre allá afuera Josán! ¡La vida y los viles bills!
Debía Josán tomar ejemplo de Ignacio Granados, el poeta y editor que con tanta gentileza ha accedido a ofrecernos, a todos, varias de sus magníficas recetas, sin ponerse a protestar porque no visitamos su blog o no contestamos sus comentarios o no recogemos un premio virtual. Esto es América, Josán, aquí hay que trabajar duro y mover el trasero. ¿O no te has enterado?