google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Revuelta y manifestación

jueves, 13 de agosto de 2009

Revuelta y manifestación

por José Luis Sito

¿Cuándo las organizaciones de dentro y fuera de Cuba van a tener agallas para empezar las primeras manifestaciones y protestas en la calle? ¿Para organizarlas, canalizarlas y dirigirlas con miembros a su cabeza? ¿Cuándo?

Un pueblo que sale a la calle rebelándose como lo hizo el día del Maleconazo, sin apoyo político de nadie, ni estructura política alguna, ni ninguna organización, está dramáticamente condenado a fracasar en su intento. El pueblo cubano demostró aquel día que estaba valientemente decidido a luchar por su libertad. Pero ninguna organización, o miembro de las organizaciones disidentes, fue a apoyarlo. El pueblo se encontró abandonado y librado a su suerte. Es esta la tragedia cubana.

Hay muchas organizaciones disidentes, pero dispersas, desunidas y hasta enemigas. Algo increíble. Personas dentro de las organizaciones luchando sobre todo por su ego, metidas en chismes y bretes que tanto se parecen a los anónimos que pululan en la Web, y que lo cizañan todo. El problema no es el pueblo cubano y su valor o su coraje. El problema es la desorganización de las organizaciones, incapaces, de la Isla y fuera de la Isla. El problema es el miedo que padecen estas organizaciones cuando llega la hora de ponerse a actuar, a plantear acciones de resistencia con movilizaciones, manifestaciones y protestas en la calle, a cielo abierto.

A cielo abierto, para que el mundo sepa que el pueblo cubano desprecia y repudia esa dictadura. Para que el mundo oiga la voz de los hombres y mujeres cubanos gritando sus ansias de libertad. ¿Pero quién va a llevar a ese pueblo por el camino de su liberación? ¿Quién o quiénes?

Cuando se plantean estas cuestiones decisivas y fundamentales a muchos dirigentes de las organizaciones, la primera respuesta es: Va a haber un baño de sangre. ¡Pero el baño de sangre lleva ya medio siglo! Esta respuesta es la del que teme asumir responsabilidades. No se trata de llevar al pueblo cubano por el camino de la violencia, sino por el camino de las reivindicaciones legítimas. Estas reivindicaciones se deben reclamar en la calle, en masa, todos unidos y determinados, y no en libros o en charlas privadas.

La diferencia entre una revuelta espontánea y una manifestación bien organizada reside en las reivindicaciones políticas. La revuelta está condenada a ser aplastada, la manifestación organizada políticamente puede ser aplastada, pero se mantiene en pie y tiene un futuro. La revuelta no tiene porvenir. El pueblo cubano necesita que alguien le proponga un porvenir y no que lo mantenga en la inercia, la espera, la resignación, la fatalidad. Muchas organizaciones de dentro y fuera de la Isla se han vuelto un problema, y en estas condiciones no son una solución para la liberación de Cuba.

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