google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Sherlock Holmes y el Caso de los Jardines Colgantes

martes, 18 de agosto de 2009

Sherlock Holmes y el Caso de los Jardines Colgantes

Sherlock Holmes y su inseparable asistente, el Dr. Watson, aguzaron el oído. Las siluetas de la Zorra y el Cerdo se recortaban, nítidas, contra la luz de la luna. A la sombra en flor de los Jardines Colgantes, apenas a diez metros de los investigadores ingleses –quienes permanecían convenientemente escondidos en la foresta-, la Zorra se volvió hacia su acompañante y murmuró, mirando fijamente un punto en la lejanía:

-Has abierto un nuevo blog y nadie se ha dado cuenta.

-Nadie excepto el Blog Inbilingüe –reaccionó rápidamente el Cerdo.

-El Blog Inbilingüe no es importante. Perro que ladra no muerde.

-Pero, ¿y Holmes?

-Precisamente –insistió la Zorra-, ese bastardo le ladra a la luna. Mis maniobras de distracción han dado resultado. Todo el mundo cierra. Todo el mundo abre.

-Cierran más que los que abren… -atajó, tímidamente, el Cerdo.

-Eso parece, querido, pero las apariencias engañan.

Holmes se volvió hacia Watson y con un gesto del dedo índice le reclamó silencio. El doctor cerró la boca sin haber emitido palabra. Las piezas de la solución del Caso de los Jardines Colgantes comenzaban poco a poco a encajar. Ahora bastaba sumar los blogs cerrados, luego restar los blog abiertos, y prácticamente el enigma de la identidad de la Zorra quedaba esclarecido. Claro, para probarlo había que arriesgarse a quitarle el antifaz. Un extremo que los británicos, por muy tentador que les resultara, no estaban autorizados a llevar a la práctica.

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