por Rubén Aguiar
Muy buen artículo el de Enrique Collazo. Leyéndolo, re-escuchando la canción de David Calzado y recordando el surtidísimo repertorio del que podemos tirar para referirnos al tema, viene a mi cabeza una “iluminada” tesis que elaboré en mi juventud (o sea, hace muy poco), alrededor de este asunto. La idea central es la siguiente: El único logro real de la revolución ha sido la emancipación del macho cubano, la liberación de la esclavitud a que lo tenía sometido la “atrasada cultura seudo republicana”. Y la canción cubana es un perfecto tratado histórico que confirma ese cambio.
Me explico: desde la música de victrola hasta la Nueva Trova y la Timba (no conozco el reguetón ni el hip hop cubanos, pero sospecho que han de estar en la misma cuerda) ha habido una evolución en los textos e incluso en las melodías y performances que describen muy bien esta liberación. Una imaginaria curva ascendente comienza con aquellas canciones del macho herido, abandonado, traicionado por la mala mujer que lo deja llorando en los bares, o sea, el Macho Tarrúo: “un amigo mío en mi propia casa me vino a robar”... o “tú eras rico y mi novia un día por ti me dejó”... o “pides que perdone tus agravios /.../ yo no te guardo rencor / yo te recibo en mis brazos / pídele perdón a Dios...”. Orlando Contreras fue el mayor tarrú de la época.
La curva avanza, y el Feeling da fe de unos ligeros síntomas de soberanía, aunque sobresale cierto énfasis en la integración, el Macho Suficiente: “no necesito ir al cielo si, alma mía, la gloria eres tú”... “contigo en la distancia, amada mía estoy”... “me da tristeza contemplarte, triste, sola...”.
Así, sube y sube, haciendo más tarde contar a Juan Formell esa especie de portazo de Norma que es “Chirrín Chirrán, que ya se acabó; Chirrín Chirrán, que ya terminó”, en la que nuestro Macho Redimido, como el (la) personaje de Ibsen, ya decide por sí mismo.
Finalmente la curva alcanza su punto más alto en la liberación total, el Macho de Nuevo Tipo o Macho Revolucionario, Macho Rebelde Inmortal, Macho Combatiente, Macho Macho.
Es en ese momento que aparece el Combo de los Juglares de Palacio, vaya, la Nueva Trova, para dejar constancia de este Nuevo Macho: “Ojalá pase algo que te borre de pronto”... “Créeme cuando te diga que el amor me espanta, que soy feliz abriendo una trinchera”... “Olvídame muchacha, olvídame... ahórrate el sollozo y la impaciencia para cuando te ocurra por segunda vez”... “te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar”.
Han pasado los años y he tenido que actualizar mi tesis, pues, lamentablemente, junto con la crisis y bancarrota de la revolución, la curva cae estrepitosamente pregonando el desplome del macho cubano, justo cuando llegamos al ejemplo que pone Collazo de Calzado, “busca un temba que te mantenga”, y que explica muy bien.
Al final sólo queda esa especie de Macho Cabrón Posesivo, que tiene también su ejemplo más patético (perdón: poético) en aquel “la prefiero compartida... no es perfecta, más se acerca a lo que yo siempre soñé”, de Pablo Milanés.
Rubén Aguiar edita el blog No sé bien