“Sin cultura no hay libertad posible; si dicha frasecita pretenciosa fuera tomada al pie de la letra, el pueblo cubano, por supuesto, estaría condenado a vivir sin libertad, y -por tanto, invirtiendo acertadamente esta inútil sentencia- sin cultura por los siglos de los siglos… y amén. No hay, no existe una sola cosa entonces que me identifique con este pueblo ignorante y condenadamente estúpido. No tengo en mis venas ni un ápice de eso que han dado por llamar cubanía. Y si Macho, generacionalmente, creyese aún en la legendaria rebeldía e insumisión propias del cubano -cosa esta que a mí particularmente no me dice nada; estos conceptos han dejado de tener cualquier tipo de valor que si acaso antes tuvieron-, tendría que contarse entre los pocos de una muy escasa especie a punto de extinción (…) Esa ira tan forzada y lúgubre, ese mar de gentes inconscientes y despersonalizadas: totalmente deshumanizadas, convertidas en un coro circense, sin eco ni resonancia, de comparsa funeraria; esa masa insípida y horrorosa. Nada de eso lo podría borrar de mi cabeza la mejor terapia del mundo, como no consigo borrar de mi televisor Panda esa frase idiota del político, ya no poeta, Martí”.
Lía Villares en su blog