por Luis de la Paz
En la segunda mitad del siglo XIX comenzaron los avances tecnológicos que abrieron las puertas a otros más resonantes en el siglo XX. Adelantos que han marcado, de alguna manera, la modernidad. La máquina de vapor, el advenimiento del automóvil, el uso comercial de la electricidad y la invención del teléfono, fueron saltos fundamentales (aunque no únicos) que facilitaron el camino a otros progresos que alcanzaron su esplendor en los primeros cincuenta años del siglo XX.
Sin embargo, fue después de la década del sesenta cuando se produjeron los eventos científicos y técnicos que han dictado las pautas que marcan la primera década del XXI. Gracias a la simplificación de los componentes electrónicos, el desarrollo de la nanotecnología y otras vanguardias, se ha viabilizado la creación de minúsculos artefactos para diversos usos, entre ellos cámaras que permiten complicadas cirugías; más el perfeccionamiento de la robótica y la computación, con ordenadores más compactos y con mayor capacidad de almacenamiento de datos y velocidad de acceso. El futuro está servido.
Estas prestaciones técnicas han derivado en progresos grandiosos en el campo de las comunicaciones. La primera década del siglo XXI ha dejado huellas definitivas en lo que se denomina “la revolución de internet”. Los progresos alcanzados en estos últimos años marcan el camino de lo que está por venir en la red informática mundial.
Con los años ochenta, la internet comenzó a llegar a los hogares de prácticamente todo el mundo. A partir de la expansión de la World Wide Web, el mundo entró en una etapa nueva, que ha marcado y seguirá dictando las pautas del futuro.
Algunos de los más destacados avances de la última década hablan del vertiginoso progreso y de las ventajas de que dispone la humanidad. En enero del 2001, Jimmy Wales y Larry Sanger lanzan la hoy imprescindible enciclopedia libre Wikipedia, que tiene varios millones de artículos sobre diferentes temas y se escribe en más de un centenar de idiomas. Hoy en día, desde profesionales hasta estudiantes, desde gobiernos hasta instituciones religiosas, literalmente se valen, a pesar de sus limitaciones, de Wikipedia para su labor cotidiana. Ninguna otra enciclopedia había alcanzado antes tanta resonancia en tan poco tiempo.
Uno de los avances que comenzaron a llegar a un público mayoritario fueron los llamados GPS, sistemas de localización satelital que prácticamente hacen de guías de cualquier ciudad. Otros adelanto relacionado con los satélites es el programa Google Earth, que permite encontrar desde el espacio un lugar determinado en el planeta. El portal Google, fundado en 1998, es uno de los más confiables y usados motores de búsqueda. Relacionado con Google, en el 2004, se crea una nueva prestación, el servicio Google Book Search, una cada vez más amplia biblioteca digital.
En el 2003 hace su aparición MySpace, denominada red social, donde los usuarios intercambian información y establecen contacto. Esa fue la base de otras redes, como Facebook, que comienza a popularizarse en el 2004, extendiéndose rápidamente. En la actualidad posee 300 millones de usuarios en todo el mundo. La otra red, Twitter, que comenzó en el 2006, continúa creciendo, aunque con otras características, y es la cercana competencia de Facebook.
Un paso significativo ocurre en el 2005 con la aparición de YouTube. Creado por Chad Hurley y Steve Chen, el sitio permite “subir y bajar” a la red videos sobre diferentes temas y actualidades. Antes que un reportero de un medio de comunicación llegue a un lugar para reportar algún evento, ya un individuo particular, con una cámara fotográfica, una videograbadora o un teléfono, puede capturar las imágenes y colocarlas en internet primero. De manera que hoy en día cada persona es un corresponsal de nuestro tiempo, que trabaja para un mismo medio de información: la Red.
La microtecnología permite aparatos más compactos y mayor capacidad de almacenaje. En el 2005 aparecen los USB (Universal Serial Bus), que trabajan con memoria flash, un dispositivo del tamaño de una fosforera que facilita llevar en el bolsillo la base de datos que una persona necesita transportar y consultar en un momento determinado.
En la segunda mitad de la primera década del siglo XXI, en el 2007, la compañía Amazón muestra al mundo el e-book, una terminal que permite leer un libro. Muchos señalan que el futuro de los libros electrónicos es prometedor. En la actualidad hay ediciones que recogen textos de economía, arte, religión, literatura infantil y literatura en general, lo que señala el camino ascendente de esta variante de la lectura y el conocimiento.
Si en la primera década del 2000 se han desarrollado tecnologías tan avanzadas, útiles y necesarias en muchos casos, lo que está por venir ha de establecer otras pautas, influyendo incluso en el comportamiento y los hábitos humanos, como ha ocurrido con la internet. Todos estos adelantos, a los que en general se les ha dado la bienvenida, pueden tener también consecuencias negativas. Si se deposita toda la confianza en lo electrónico, la propia electrónica podrá hacer desaparecer, de un apagón, por un cambio de tecnología o una falla, lo que con esmero se ha estado minuciosamente almacenando en computadoras, discos duros y memorias flash.
Una anécdota personal puede ilustrar en algo los peligros que se corren con la tecnología. Yo escribía en formato Wordstar. Cuando este procesador quedó atrás por el avance de Wordperfect, tuve que habituarme a la nueva tecnología. Precavido, convertí muchos textos al nuevo método de trabajo. Años después, Wordperfect cedió terreno, imponiéndose Microsoft Word. Volví a cambiar los textos, ahora a Word. En estos días todavía trabajo en la conversión de Microsoft Word a una versión de Microsoft Word más avanzada. Si no hubiera tenido la previsión de transferir los textos de una tecnología a otra, hoy no pudiera abrir los archivos escritos en el Wordstar de los ochenta.
Sin embargo, los libros que muchos autores escribieron en cada uno de estos procesadores de palabras (hoy piezas de museo), valiéndose de la tecnología de punta de aquel entonces, todavía los puedo consultar en el librero, gracias, desde luego, a que fueron impresos. Y ahí está la clave: e-book, como complemento de la edición del libro; periódicos online como añadidura a la tirada diaria. Si una biblioteca tiene en sus estantes cientos de libros y otros documentos, la digitalización ayuda a la conservación y difusión de sus legados. Pero si en el 2100 la misma biblioteca tiene cientos de discos electrónicos, pueda ser que no haya tecnología que le permita abrir esos CDs, esos discos ya casi olvidados de 3½, esos otros aún más antiguos de 5¼, u otras tecnologías similares. Ya se hace difícil escuchar una cinta grabada en casete o ver un video familiar en Beta o VHS. Esto para no hablar de los Super 8.
Estamos en el camino del futuro, pero hay que pisar en firme. Un paso en falso hará sucumbir la historia del hombre contada por sus huellas.