google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La luz al final del túnel

viernes, 19 de marzo de 2010

La luz al final del túnel

por Armando Añel

La mala fama (Plaza Janés, 2009), primera novela publicada de Gina Montaner, es un libro vertiginoso y sin embargo circular, acechante. Siempre volviendo sobre sí misma, en un recorrido que descubre al lector sus intersticios con elegancia y sobriedad, la historia de Andrea y sus amores fallidos, de su obsesión por escribir y de los misterios que envuelven las cartas perfumadas de su amiga Sandra, mantiene la tensión de principio a fin, y lo hace sin apelar a concesiones o recursos traídos por los pelos.

En principio, nada se sabe, o muy poco, de la saga de los siete poetas ambulantes –telón de fondo del que se sirve la autora para aderezar su caldo de cultivo argumental—; nada se sabe, o muy poco, del creador de la saga, Tomás Pineda; nada se sabe, o muy poco, de la relación de este último con la ya mencionada Sandra, pero en todos los casos el lector presiente que desde cualquier esquina de cualquier capítulo de esta historia fascinante puede salirle al paso el desenlace, la claridad, la punta aguda que desate el nudo gordiano de la trama y revele las claves que separan a Andrea del conocimiento, de la luz al final del túnel.

Hay que poner atención en un detalle singular de este libro (singular a fuerza de tropezarse, uno, con los desbalances al uso en el mercado editorial contemporáneo). En La mala fama la belleza de un discurso nostálgico, a ratos melancólico, de un lenguaje trabajado con minuciosidad, en ningún momento cede a la tentación de opacar, o enredar, el hilo conductor del relato, la historia propiamente dicha. No hay vocación de protagonismo en un lenguaje al servicio de la narración, pero tampoco hay complejo de culpa, ni grisura, ni mezquindad. El perfecto acople entre las palabras y lo que cuentan otorga a esta ópera prima un plus de garantía, y consagra a Gina Montaner como una escritora de fiar.

La mala fama, para intentar una síntesis postrera, es la historia de Andrea, escritora frustrada, lectora de editorial, soñadora impenitente, amante entregada, esposa entusiasta que un día descubre que su marido no es en realidad su marido, y que aún no ha emprendido la escritura del libro que la justifique, para decirlo borgianamente, en las tardes inútiles, turísticas. Por esta rendija se cuela la Montaner en nuestra imaginación, juega con nuestra ansiedad y se posesiona de nuestro tiempo, entregado a la lectura de esta novela suntuosa, impostergable, redonda. Al final, accedemos a la fascinación de la luz. Valió la pena recorrer el túnel.

Cortesía Libertad Digital

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