google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El ejemplo de Israel (I)

sábado, 17 de julio de 2010

El ejemplo de Israel (I)

por Carlos Alberto Montaner

¿Qué puede aprender del pequeño Israel una porción del Nuevo Mundo, América Latina, de 17,700,000 kilómetros cuadrados, fragmentada en una veintena de países muy diferentes entre sí, y casi quinientos millones de habitantes, de los que al menos un ochenta y cinco por ciento se declara cristiano?

A primera vista, son dos realidades absolutamente diferentes: Israel, un Estado fuertemente influenciado por el judaísmo, es un diminuto país de apenas 20,770 kilómetros cuadrados, algo más reducido que El Salvador, la nación más pequeña de América Latina, dotado con una población que excede ligeramente los siete millones de habitantes, también semejante, por cierto, a la del citado país centroamericano.

Pero antes de entrar en el tema hay que precisar qué es exactamente lo que América Latina pudiera aprender de Israel o de cualquier país exitoso que consiga explicárselo. Primero, cómo Israel, en apenas sesenta años, pese a los inmensos inconvenientes que ha debido afrontar, ha conseguido forjar una nación democrática y estable; y, segundo, cómo, en medio de frecuentes guerras y constantes sobresaltos, ha logrado un alto nivel de desarrollo científico y técnico, en donde predominan las clases medias, hasta alcanzar un ingreso per cápita de $26,600 dólares, medido en capacidad de compra o purchasing power parity.

Como nota de comparación, anotemos que en América Latina el país con el per cápita más alto es Chile, con $14,300, y el que exhibe el más bajo es Nicaragua, con apenas $2,800. Entre estas dos cifras, la gama de ingresos varía notablemente, pero el promedio general debe situarse en torno a los $7,500.

Otro dato que conviene retener es el de la distribución de esos ingresos: si el Índice o coeficiente Gini, efectivamente, determina el nivel de equidad en la distribución de la riqueza, Israel es un país mucho más justo que toda América Latina. El Índice Gini de Israel es 0.38, mientras que en América Latina casi todos los países se acercan o exceden a 0.50. Como es sabido, en este tipo de medición, mientras las sociedades más se acercan a cero, más igualitariamente repartida está la riqueza, y mientras más se aproximen a uno, mayor será la desigualdad.

Naturalmente, eso no quiere decir que en Israel no exista pobreza. De acuerdo con la información del World Fact Book que publica anualmente la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, y de donde he obtenido la mayor parte de estos datos, el 21.6 % de los israelíes se sitúa bajo los niveles de pobreza. Sólo que en Israel clasifican como pobre a todo aquel que recibe menos de $7.30 al día, algo muy diferente a lo que ocurre en América Latina.

En América Latina, de acuerdo con la CEPAL, el 44.2% de la población es pobre. Eso significa que aproximadamente 224 millones de latinoamericanos son pobres. Pero allí el umbral de pobreza es sólo de dos dólares al día. Sin embargo, de esa inmensa población de personas sin recursos, gentes que sobreviven milagrosamente, el 19.4%, más de 90 millones, son indigentes que reciben menos de un dólar al día. Lo que nos lleva de la mano a afirmar algo bastante obvio: ser un pobre latinoamericano es infinitamente más grave que ser un pobre en Israel, donde prácticamente la totalidad de la población tiene acceso a educación, cuidados de salud, agua potable y electricidad, y en donde es difícil encontrar familias que, literalmente, pasen hambre física.

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