google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El ejemplo de Israel (II)

sábado, 17 de julio de 2010

El ejemplo de Israel (II)

por Carlos Alberto Montaner

Los expertos suelen utilizar la frase "ventajas comparativas" para designar aquellos aspectos de la realidad material que suelen favorecer a las sociedades y a las personas, y que sirven para indicar cuál debe ser el mejor camino que se debe emprender para lograr el éxito económico. Israel, no obstante, casi todo lo que puede exhibir son "desventajas comparativas". Aun a riesgo de repetir en Israel algunas observaciones harto conocidas, anotemos varias de las más estridentes:

1. Israel es un país muy pequeño con una escasa dotación de tierra cultivable.

2. Como está situado en una zona desértica, carece de agua en cantidades significativas, tanto para el consumo como para la irrigación.

3. Tampoco posee petróleo, aunque consume y debe importar unos 250,000 barriles diarios.

4. Dado que está rodeado de países enemigos, potenciales o activos, y frecuentemente ha tenido que participar en guerras u operaciones militares, aun en tiempos de paz se ve obligado a emplear el 7.3% de su PIB en gastos de defensa, al tiempo que una parte sustancial de su fuerza de trabajo invierte largos periodos en actividades militares que le impiden participar en tareas productivas. Brasil, por ejemplo, sólo dedica el 2.6 de su PIB a gastos militares. México, apenas el 0.5%.

5. Por su posición geográfica, un rincón del Medio Oriente, y por la tensa relación que mantiene con las naciones del entorno, a Israel ni siquiera le es dable integrarse en grandes bloques comerciales que le permitan crear una economía de escala, debiendo conformarse con establecer acuerdos comerciales internacionales y dedicarse a servir un mercado interno cuyo número es más o menos el de la ciudad de Buenos Aires o Bogotá.

6. La población, por otra parte, es muy heterogénea. La etnia judía, que es la mayoritaria, y la que le da sentido y forma al país, aunque el 67% ya ha nacido en Israel, está formada por una compleja suma de personas cuyos orígenes culturales proceden de al menos una docena de países y culturas diferentes, lo que desmiente cualquier visión simplista o cualquier estereotipo que intente definir al judío racial o culturalmente. Si hay algo que caracteriza a los judíos israelíes es su inabarcable diversidad, enriquecida en los últimos años por el arribo en aluvión de un millón de rusos que escaparon de la debacle soviética.

7. En el terreno religioso sucede exactamente lo mismo. Prevalece la pluralidad: entre los judíos existe un abanico que va desde la minoría de los ultra ortodoxos que siguen al pie de la letra las Escrituras, a un alto porcentaje de personas que no suscriben ningún tipo de creencia religiosa, a lo que se añade un 16% de la población compuesto por árabes israelíes que profesan la religión islámica, casi un 2% que son árabes cristianos, y una similar cantidad de drusos y otros feligreses de religiones escasamente representativas.

A esta breve reseña de enormes desencuentros se pueden sumar otras calamidades muy notables que hacen más admirable aún el milagro israelí: aunque los judíos constituían una viejísima nación, carecían de Estado desde hacía milenios, a mediados del siglo XX no tenían experiencia en autogobierno, y ni siquiera se comunicaban en un idioma común, dado que el hebreo era una lengua litúrgica que hubo que revitalizar, porque sólo la dominada una minoría muy educada y versada en cuestiones religiosas. En español existe un extrañísimo verbo, "desamortizar", literalmente "sacar del mundo de los muertos", que se puede utilizar con relación al hebreo: es una lengua desamortizada, un idioma traído de nuevo a la vida por la indómita voluntad de la sociedad.

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