google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: En defensa del Tío Ez (Memorias de editor)

sábado, 10 de julio de 2010

En defensa del Tío Ez (Memorias de editor)

por Ignacio T. Granados

En verdad, cuando se recupera Orígenes, la literatura cubana ya es visceralmente elitista. Los jóvenes en pugna por la promoción son producto de la tradición estética de la revolución cubana, de sus instituciones, y, aunque quieren romper con esa formación ya tradicional, lo que se plantean es integrarse a esas instituciones.

Es en este rango de consecuencia que aparece una propuesta como El libro del tío Ez, de Pablo de Cuba Soria; que trae sus propias determinaciones, como el entorno que le dio lugar, luego de aquella recuperación primera de Orígenes. Pablo de Cuba Soria formaba parte de una élite especializada, como casi todo el mundo vinculado a las artes en Cuba; sobre todo a sus instituciones, fuera de las cuales no había vida real. De ahí además que sus preferencias dentro del fenómeno Orígenes fueran por una figura singular, Don Lorenzo García Vega, quien aparte de benjamín privilegiado del Curso Délfico [Lezamiano] sería también uno de sus más connotados y virulentos disidentes.

Este fue el icono de Pablo de Cuba Soria, y no es de extrañar que su poemario se concentre temáticamente en la locura y el excentricismo de Ezra Pound; y no sólo como snobismo político, sino como propuesta estética propiamente dicha. El libro del tío Ez es entonces un gran experimento formal cuya base está en el vitalismo extremo, casi hasta el punto de la escritura automática pero no tanto. Se trata de esa naturaleza ríspida de la imagen, resuelta incluso fraseológicamente; pero el entorno [Miami] muy probablemente no estaba maduro para ello, o la infraestructura promocional no era aún suficiente.

La crítica a El libro del tío Ez fue lapidaria, pero con el defecto capital de no ser una crítica formal. Fue apenas una reacción visceral, marcada sobre todo por el igualitarismo burlesco de un par de figurones sin criterio suficiente. Vale la pena pensar en la recuperación de aquel fenómeno, aunque tan sólo fuera para tentar la madurez crítica de un público que siempre es respetable. En definitiva, si hasta el estreno de La consagración de la primavera sobrevivió a la grosería de su entorno, qué no puede esperar el tío Ez, y quién es él pa’ que no.

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