El error de muchos intelectuales y “figuras públicas” del exilio cubano, y en general de la cultura cubana, es pretender trasladar la responsabilidad de su propio comportamiento al público o a los lectores. ¡Nada que ver! La responsabilidad es de usted, señor mío, señora mía. Enteramente suya.Si usted se retrata con el trasero al aire a cierta edad y en ciertas condiciones, y muestra el resultado en su página, y para colmo pone la foto como cabecera, está haciendo un llamado tipo “jodedores de todos los países uníos… contra mí”. Si usted cuelga fotos suyas en Internet envuelto en una túnica fosforescente, en plan faraón cebado, debe ser lo suficientemente responsable y ecuánime para asumir el chaparrón de burlas y críticas que seguramente le va a caer encima. Si usted no tiene talante, lo que se dice “tabla”, para aguantar a pie firme y con una sonrisa de oreja a oreja el “cuero” de sus compatriotas –célebres por practicar el choteo—, y si además ya no está para ciertos trotes, ¿para qué insiste entonces en su exhibicionismo y sus poses circenses? Finalmente, si usted está loco, o loca, aquí afuera está en el sitio equivocado. Su lugar está en una institución de salud mental, donde los siquiatras y demás personal especializado lo mantendrán a salvo de miradas y comentarios indeseables.
Se acostumbraron en Cuba a hacer payasadas sin consecuencia, en un país donde la limitación de Internet y la férrea censura les prestaban impunidad. Pero en el Occidente desarrollado, con conectividad y tecnología hasta en la sopa, no hay impunidad mediática que valga. La responsabilidad es toda suya, querida “figura pública”. No intente echársela arriba a los demás.
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