google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Los crédulos de la aurora (II y final)

domingo, 26 de septiembre de 2010

Los crédulos de la aurora (II y final)

por Manuel Gayol Mecías

Resulta comprensible que el cubano actual sea imaginativo indefectiblemente; su mundo no podía ni puede ser de lo material nada más, sino asimismo de lo sensorial en cuanto a la percepción imaginativa. No dudaría, pues, que el trasiego de umbrales del cubano, de sentir la carne y de sentir lo angélico, y que es a mi juicio por donde marchaba (y puede volver a marchar en un futuro) la imaginación positiva nuestra, sea la contrariedad que nos excita e incita y nos ayudaba (y supongo que por encima de todo nos ayuda) a avanzar.

Aunque al tiempo, o en un tiempo pasado, de alguna circunstancia imprevista, la imaginación pudo, y podría otra vez, correr el riesgo de descontrolarse, de explotar en desmesura fantasiosa, espejisada, y despeñarse por un precipicio a contrapelo de las experiencias vividas, físicas, corpóreas de nuestra dimensión concreta, por lo que tuvimos (¿tendríamos de nuevo?) una visión confusa, ambigua, del propio entorno hasta que nos cubrimos de oscuridad interior.

Podemos así erróneamente, como pasó, distorsionar la realidad física, imaginarla mal de nuevo, de una manera diferente a su concreción efectiva. En mucho puede ser que nosotros, hace más de cincuenta años atrás, no alcanzamos la reflexión en su profundidad, sino que creímos reflexionar, cuando sólo imaginábamos en el vacío, que ya empezábamos a ser el centro del mundo. En ello hay una verdad escondida, pero terrible: los sueños nos salvan pero también —si no se relacionan de alguna manera con la circunstancia de vida— nos pueden atrapar en un laberinto nefasto.

En efecto, esto fue lo que nos ocurrió a partir de 1959, fecha en la que podemos decir se constituyó un antes y un después, un año divisor entre la realidad y la fantasmagoría, cuando nos traicionaron y nos dejamos traicionar y cuando nos traicionamos a nosotros mismos, para convertirnos, como diría Cabrera Infante, en los crédulos de la aurora.

Meloni: ¿Oportunista o fanática?

  Carlos Alberto Montaner En los años 1959, 60 y 61 se referían en Cuba a los “melones políticos” como alguien que era verde por fuera y roj...