google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El cubano turista

jueves, 7 de octubre de 2010

El cubano turista

por Manuel Gayol Mecías

Muchos cubanos tratan consciente e inconscientemente de inscribirse en la idea de que alguna vez serán turistas, ¡qué ironía del destino! Primero, aspiran a convertirse en emigrantes-exiliados. Una buena parte, en Cuba, desdecía del régimen, y hasta algunos quizás protestaron y padecieron riesgos, y cuando lograron salir y ya estaban en el “exilio”, se pusieron en consonancia con las agencias de viajes para en la primera oportunidad que tuvieran convertirse en turistas, queriendo ir todos los años a la Isla. ¡Qué bueno!, en Estados Unidos son exiliados gracias al privilegio de una ley que llega a dar la ciudadanía en cinco años.

Tan pronto tienen la residencia, se convierten en sus propios turistas. Es decir, habían salido de la Isla por no estar de acuerdo con el régimen (ahora muchos huyen como emigrantes económicos) y más tarde, cuando pasan dos añitos, ya se ponen en la onda del regreso. Pero no para quedarse, sino para ver su origen con un distanciamiento que les salva de ser el antiguo miserable o el desarrapado pertinaz, duradero o persistente y que ahora vuelve triunfante. Y si algún día se puede, irían a quedarse o, al menos, a recuperar un pedazo de lo que perdieron y que permaneció (permanece) como nostalgia.

Esto de regresar para quedarse funcionaba así al principio, quizás décadas de los años 60 y 70, porque era el pensamiento de los primeros que se fueron, o fueron expulsados, y tenían la seguridad de que el comunismo acabaría en un año o dos a más tardar. Otros muchos, los que se fueron en los años 70, 80 y hasta en los 90, ya no pensaban tanto así, y es de suponer que en el subconsciente estaba (está), ante todo, la posibilidad de llegar a ser un turista que regresaba exitoso a la Isla. Insisto, si le había ido bien en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, claro, pues es probable que volviera para mantener una estancia de unos meses en el año. Hay que recordar que a un niño una vez un extranjero, que visitaba la Isla, le preguntó qué quería ser él cuando fuera grande, y el chico respondió: “¿Yo? ¡Turista!”.

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