google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La venganza del mercado (II y final)

jueves, 18 de noviembre de 2010

La venganza del mercado (II y final)

por Roberto Lozano

“The Mob has plans. The cops have plans. Gordon's got plans. They're schemers. Schemers trying to control their little worlds. I'm not a schemer. I try to show the schemers how pathetic their attempts to control things really are.”
The Joker, en The Dark Night

Una de las razones fundamentales de la insuficiencia productiva en Cuba es que no es posible crear riqueza de espaldas al mercado y a sus leyes, asignando precios arbitrarios por intermedio de la burocracia. Unos precios que no reflejan el nivel de escasez de los bienes y servicios y que por tanto generan una cadena de distorsiones en la economía interna y externa. Lamentablemente, el gobierno cubano concibe el mercado como un instrumento que puede suprimir a su antojo substituyéndolo por un sistema de órdenes burocráticas que en teoría hacen innecesarias sus funciones, pero que en la práctica terminan por transferirlas hacia el mercado negro y la economía informal.

Internamente, las consecuencias de la supresión del mercado en la economía formal se manifiestan de forma concreta en la designación de precios económicamente racionales a los productos y servicios que escasean en la economía formal y que aparecen en el mercado negro como producto de las decisiones de empleo y de producción que ocurren en la economía informal. Y es que el gobierno cubano no puede controlar la reacción del agente económico a la existencia de los precios del mercado negro --los únicos precios que verdaderamente reflejan la interacción oferta-demanda y los verdaderos costos de producción--, ya sea como empresario a las oportunidades de inversión, como trabajador a las oportunidades de empleo o como consumidor en el mercado negro.

Externamente, las consecuencias se manifiestan en el continuo deterioro de la competitividad de la economía cubana y en su mermada capacidad de producir riqueza, lo cual se refleja en el agravamiento de su dependencia externa y en el crecimiento de la deuda. Esto se debe a que la supresión del mercado en la economía formal crea un “equilibrio malo” con altos índices de corrupción, empujando al agente económico hacia la ilegalidad.

El gobierno cubano no comprende que el mercado negro existe en proporción inversa al mercado blanco y que las leyes de la oferta y la demanda se reimponen cada vez que un empresario en la economía informal redistribuye recursos que ya habían sido designados con anterioridad por la burocracia para usos alternativos, o cuando un consumidor prefiere destinar sus ingresos a la compra de bienes y servicios no disponibles o escasos en la economía formal, a contrapelo de los “planes” de los planificadores. O cuando los productos de empresas que producen de espaldas al mercado se pudren en los anaqueles por falta de demanda. La “planificación” termina siendo así un paso intermedio a la posterior asignación por parte del mercado negro, por lo tanto no tiene sentido afirmar que la planificación centralizada continuará rigiendo la economía.

En las condiciones de la economía cubana, el mecanismo de distribución bueno y racional del mercado negro se impone sobre el malo de la asignación burocrática, quieran o no los tozudos gobernantes y a pesar de que se magnifiquen los mecanismos de represión para tratar de impedirlo. Y es que en esta riña del totalitarismo rojo contra el mercado ya todo el mundo ha tirado la toalla, solo quedan Cuba, Corea del Norte y los pobres bolivarianos, que no se han enterado todavía de la futilidad del ejercicio y erróneamente se suman a las huestes de una secta derrotada.

En su obstinación, el gobierno cubano sigue negado a abrir las compuertas de las verdaderas soluciones a la insuficiencia productiva del sistema económico. Tomemos como ejemplo la magra producción agrícola. Por años, los precios de los productos agrícolas en el mercado informal han superado a los del mercado controlado debido a que estos reflejan su escasez. Sin embargo, el gobierno no cambia los mecanismos centralizados para la asignación de precios, ni permite que los campesinos privados adquieran más tierras. Como resultado, un país con tierras fértiles como para ser auto-suficiente en el ramo alimentario se ve obligado a importar cientos de millones de dólares en alimentos del exterior, mientras la tierra continúa siendo invadida por el marabú.

La solución a la escasez alimenticia es sencilla y pasa por la liberación de la asignación de precios y la expansión de la propiedad privada para restaurar los incentivos. O sea, hay que terminar con la interferencia burocrática a los efectos positivos de las leyes del mercado. Pero sabemos que esto no ocurrirá hasta que la economía acabe de engullirse al régimen. Ya sabemos por experiencia que los planes del gobierno cubano para impedirlo son patéticos.

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