google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Miguel Barnet o la voz del negrero

martes, 2 de noviembre de 2010

Miguel Barnet o la voz del negrero

por Armando Añel

Por elemental asociación de ideas, la concesión del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, que la universidad chilena de Talca otorgara al escritor Miguel Barnet en 2007, trae a colación el debate sobre la UNEAC y el papel jugado por la intelectualidad cubana bajo el régimen de Fidel Castro. El galardón –veinte mil dólares, medalla y diploma-- premió una obra irrelevante a la que, sin embargo, el jurado atribuyó el “esfuerzo de dar voz a los sin voz, de permitir que los que no han entrado jamás en la historia tengan voz”.

En Cuba, durante el último medio siglo –esto es, durante toda la carrera literaria de Barnet--, dar voz a los sin voz ha resultado particularmente peligroso. De ahí que el autor de Biografía de un cimarrón, como tantos otros intelectuales oficialistas alérgicos al riesgo y devotos de las giras internacionales, se haya guardado muy bien de incurrir en semejante temeridad. Sin voz están aquellos que languidecen en las cárceles cubanas por disentir o intentar burlar el cerco de la ideología oficial, e incluso los que en apariencia caminan en libertad por las calles de Cuba: están los cimarrones modernos a los que captura, y con los que trafica, el Estado negrero. En defensa de ellos Barnet no ha escrito, ni escribirá jamás, una línea.

Una omisión que roza lo impúdico si se tiene en cuenta que el galardonado, homosexual él mismo, ha sido incapaz de defender públicamente los derechos de los homosexuales en un país en el que durante décadas éstos han sido marginados, perseguidos y hasta encarcelados.

El atolladero de la Cuba contemporánea no sólo obedece a limitaciones estructurales, sino individuales. A intelectuales como Barnet les cabe el dudoso honor de haber intentado legitimar, de palabra y de hecho, el apartheid institucionalizado por el castrismo. Y ello ha tenido un efecto bumerán: no es que los creadores oficialistas carezcan de talento o perseverancia, que es lo que pudiera deducirse del estado de la literatura publicada en la Isla, es que el sistema les impide desplegar dichas cualidades en un entorno abierto al intercambio, el cuestionamiento y la diversidad.

Según el jurado del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2007, el autor de Canción de Rachel inauguró en la narrativa en español “un género, la novela testimonio, que le imprime a la realidad un sentido histórico”, pero se trata de un error de bulto: en el ámbito hispanoamericano, dicha modalidad había sido desarrollada antes por escritores como Rodolfo Walsh y José María Gironella. Sin la imaginación o las vivencias necesarias para conformar una novelística de envergadura, el actual presidente de la UNEAC ha debido recurrir a la novela testimonio para disimular su orfandad creativa: junto a las arriba citadas, sus demás novelas –Gallego, La vida real- vuelven sobre el círculo vicioso de lo ajeno testimonial. Una y otra vez, como si no pudiera narrar más nada, y por partida doble: Barnet no puede darle voz al cimarrón porque, paradójicamente, trabaja para el negrero. Porque es la voz del negrero.

Originalmente publicado en Diario las Américas

Meloni: ¿Oportunista o fanática?

  Carlos Alberto Montaner En los años 1959, 60 y 61 se referían en Cuba a los “melones políticos” como alguien que era verde por fuera y roj...