google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El ego y la policía política

jueves, 14 de julio de 2011

El ego y la policía política

Muchos exiliados creen que quienes trabajan contra la democracia o la libertad o el propio exilio, que quienes directa o indirectamente favorecen al castrismo, son necesariamente segurosos –esto es, miembros u oficiales de la Seguridad del Estado cubana. Nada más lejos de la verdad. Podrá haber excepciones, un por ciento ínfimo, tal vez en una escala del cinco o el diez en relación al cien. El resto son sólo informantes, chivatos, lameculos, trepadores, intrigantes, enredadores, etcétera, y los mueve fundamentalmente no una ideología o convicción política, sino el deseo de ser reconocidos. Ante al afán de reconocimiento incluso las personalidades más decentes y sobrias corren el peligro de resbalar… y caer. No hablemos ya de los mediocres y los provincianos.

Ya se sabe: Si algo resulta difícil en el exilio es obtener reconocimiento, y en el campo cultural mucho más. De ahí que la mayoría de quienes trabajan contra el exilio, de los que dividen y torpedean todo esfuerzo de liberación, ya sea cultural o político, esté constituida por trabajadores del castrismo, sí, pero indirectos. Trabajadores por cuenta propia. Algunos incluso ni siquiera saben en pro de qué trabajan, tal es su soberbia y mediocridad. Intentan desesperadamente obtener reconocimiento y con tal de lograrlo son capaces no ya de hacer el ridículo, sino de vender hasta a sus madres. Esclavos de su ego, acaban convertidos en juguetes de la policía política. El ego, cuando nos domina y manipula a sus anchas –y esto en el caso de los “intelectuales” constituye un lugar común--, resulta la peor dictadura que se pueda padecer.

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