google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La narradora y el poetante

lunes, 11 de julio de 2011

La narradora y el poetante

El “poeta” se lanzó de cabeza al charco y descubrió instantáneamente que aquello era un simple charco: Ni mar ni río ni piscina. Ni poeta. En lugar de poeta se bamboleaba ante todos un chichón descomunal. El poeta era un chichón, la cabeza desguabinada del que una vez aspirara a hacerse famoso en el mundillo cultural de Miami. Una célebre narradora con muy malas pulgas acababa de ridiculizarlo en uno de sus posts y todos, o todos los que faltaban, habían descubierto de golpe que el muy cabrón también quería hacerse pasar por poeta. ¡Y escritor! Nada menos que escritor. ¿No le bastaba con el rumor ajeno de la poesía llegando a sus oídos, durante tantas noches, como el ladrido coral de una jauría de perros salvajes?

El agente poetante tenía ante sí, tras la terrible revelación de la narradora, dos caminos a escoger. O se vanagloriaba de que la susodicha lo hubiera mencionado, haciéndolo blanco de una de sus fogosas diatribas –en definitiva dándole más importancia de la que en realidad tenía--, o simplemente intentaba hacerse el chivo loco, dado que el post había desaparecido como por encanto. Pero, ¿y si en realidad la narradora publicaba el libro con el que amenazaba desenmascarar a todos y cada uno de los agentes de Miami? El poetante, la verdad, sólo tenía una salida. Subirle la parada a la narradora. Amenazarla con una demanda. Circular a toda máquina el maldito post por los vericuetos de los corredores electrónicos. Versado como estaba en los escarceos de la publicidad negativa, el agente intuía, adicionalmente, que la andanada de la narradora podía por fin elevarlo al Olimpo de la atención pública, ése hacia el que había volado infructuosamente durante tantas noches, contra el ladrido insoportable de los poetaperros y el rugido omnipresente de los aviones.

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