En Miami, la oscura vida del militante bicéfalo, egresado de las filas de la UNEAC o, simplemente, de los bajos fondos del raterismo insular, está de moda. Publicitada incluso desde París. El nuevo fenómeno –no tan nuevo si venimos a ver— trae despistado a más de uno, porque, ¿cómo es posible que saquen pancartas contra Silvio y luego premien a Reina María, o promuevan eventos castristas y al mismo tiempo condenen los crímenes del castrismo? ¿De qué se trata, de una nueva forma de locura? ¿Acaso de una agenda sutilmente adelantada por la Inteligencia al servicio del neocastrismo emergente?
Pero no nos pongamos paranoicos. Con su comportamiento, el militante cultural bicéfalo sólo quiere enseñarnos que vivimos un tiempo en el que todo es posible, ¡en el que somos más libres y se puede trepar! Él sólo quiere educarnos, acostumbrarnos a su imprevisible manera de ser (así que, incesantemente, lo mismo da un pasito palante que un pasito patrás). El militante cultural bicéfalo no es tan malo, lo que pasa que no lo entendemos, él sólo quiere ser aceptado, esta vida está llena de matices, las cosas no son en blanco y negro, ¡mucha gente pertenece a la UNEAC, y de vez en cuando firma --por activa o por pasiva-- una de sus condenas a muerte o ataques a la disidencia, nada más que para darse un viajecito, compadre! ¿Qué es la libertad de movimiento sino un derecho consagrado por la ONU? El militante cultural bicéfalo no entra en paranoias. Él no ha puesto los muertos y no los tiene que pagar.
Pero no nos pongamos paranoicos. Con su comportamiento, el militante cultural bicéfalo sólo quiere enseñarnos que vivimos un tiempo en el que todo es posible, ¡en el que somos más libres y se puede trepar! Él sólo quiere educarnos, acostumbrarnos a su imprevisible manera de ser (así que, incesantemente, lo mismo da un pasito palante que un pasito patrás). El militante cultural bicéfalo no es tan malo, lo que pasa que no lo entendemos, él sólo quiere ser aceptado, esta vida está llena de matices, las cosas no son en blanco y negro, ¡mucha gente pertenece a la UNEAC, y de vez en cuando firma --por activa o por pasiva-- una de sus condenas a muerte o ataques a la disidencia, nada más que para darse un viajecito, compadre! ¿Qué es la libertad de movimiento sino un derecho consagrado por la ONU? El militante cultural bicéfalo no entra en paranoias. Él no ha puesto los muertos y no los tiene que pagar.