google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Dos lugares comunes y una reflexión

lunes, 9 de marzo de 2009

Dos lugares comunes y una reflexión

por Roberto Lozano

Aunque el castrismo aduce que en Cuba la transición hacia el capitalismo es innecesaria, la realidad es que dicho proceso ya comenzó. Lo que teme la élite en el poder es la transición hacia un capitalismo de mediana y pequeña propiedad en el marco de un régimen liberal, pues ello daría al traste con los injustos privilegios que disfruta como usufructo de su monopolio político. El Gobierno sabe muy bien que el totalitarismo de inspiración marxista no tiene futuro, pero no puede admitirlo. Con lo cual pretende que continúa avanzando en la “construcción del socialismo”, aunque se dedique a edificar un fascismo corporativista.

No es cierto que el “socialismo cubano” sea sui generis. De serlo, ello implicaría que su evolución no responde a las mismas leyes que regulan los demás procesos políticos y económicos, y que su permanencia está asegurada. Sin embargo, el castrismo comparte la mayoría de las características del totalitarismo con otros regímenes “socialistas” de inspiración marxista del pasado y del presente, lo que le otorga muchas ventajas -entre ellas su capacidad para reprimir- pero también lo hace vulnerable a un cambio de sistema por su ineficiencia económica y su manifiesta ilegitimidad.

Todo régimen totalitario está sujeto al peligro potencial y permanente de una rebelión interna en dirección de la libertad, y nada ni nadie puede excluir al castrismo de esa posibilidad. Querer espantarla arguyendo supuestas peculiaridades contraviene la historia reciente, prolífica en movimientos anti-totalitarios.

Por otro lado, la propaganda oficial trae a colación la posibilidad de un conflicto de intereses entre cubanos en relación al asunto de la propiedad confiscada por el Estado revolucionario y una reclamación futura por sus legítimos dueños, mientras que, al mismo tiempo, ignora la beneficiosa aportación que podría hacer el exilio: su excelente clase empresarial, sus conocimientos de mercadeo, sus miles de profesionales, su acceso al capital financiero, sus excelentes contactos en Washington, el éxito económico demostrado, su deseo de evitar venganzas y de no reclamar las viviendas de sus actuales inquilinos.

El régimen habla de revanchismo mientras la inmensa mayoría de los cubanos en el exilio están dispuestos a renunciar a la reclamación de sus antiguos inmuebles y han expresado su intención de aceptar con gusto mecanismos de compensación indirectos, como bonos del tesoro del nuevo gobierno democrático, como parte de un acuerdo que no afecte al cubano de a pie. Lo que prima en la comunidad exiliada es el deseo de ayudar a la reconstrucción del país. Como demuestran las encuestas de opinión en la Florida, la mayoría del exilio desea una transición pacífica controlada por los residentes en la isla, sin ajustes de cuentas ni derramamiento de sangre.

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