"La manifestación fue, desde todo punto de vista, un éxito. Por la cantidad y calidad de gente que acudió y por la sensación de plenitud que nos dejó a todos. Este no es un mundo de entusiasmos colectivos y reunir la pequeña multitud costó una laboriosa conquista de voluntades, una a una. Sé de discusiones familiares, debates íntimos. Pesaba menos el miedo de sentirse marcado que la necesidad de encontrarle un sentido.
"Calculo más o menos un centenar de personas pasaron por ahí en las dos horas de manifestación. Ayudó sin dudas que la tormenta anunciada quedase en un puñado de copos de nieve. Aparecieron en el lugar de los hechos veteranos de decenas de manifestaciones pero para buena parte era su primera vez y ese fue uno de los principales logros, unir voluntades dispersas generaciones y tendencias tan distintas bajo el mismo grito de libertad.
"Nada de eso hubiera sido posible sin la iniciativa y el entusiamo inderrotable de Alexis Romay. Cuando nadie creía que se podría convocar una manifestación en tan poco tiempo –yo entre ellos- decidió seguir adelante a la espera de quienes se fueron sumando. Jorge Salcedo, el poeta de Cambridge fue otra pieza clave en la redacción de documentos y aportación de ideas. Como en los viejos tiempos, poetas conduciendo a la multitud, poetas que no a sus palabras las acompañan con acciones".
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