por Ignacio T Granados
para El Cabeza de Puerco Ilustrado
La esfera cubierta por la campaña de Blogs con Bandera se ha vuelto un campo extraño, donde ocurren catarsis personales y experiencias de conversión; pero como todo, cualquier reducción al extremo es también al absurdo, y las cosas pueden perder la perspectiva. Este artículo es demasiado personal para mi gusto, pero a veces toca; y ruego a cualquier bloguer aludido que no lo tome a personal, que a fin de cuentas se trata de cuestiones virtuales. Poniendo las cosas en perspectiva, lo que nos ha reunido ha sido una performance perfecta; la iniciativa de Blogs con Banderas, que tiene connotaciones políticas, y cuya base es el rescate de nuestras individualidades. En lo personal, siempre he desconfiado de lo político, y más de una vez he explicado el por qué; si me sumé con entusiasmo a esta iniciativa fue por lo que tiene de liberación, de reconciliación, de encuentro con uno mismo y reconocimiento de nuestras nostalgias.
Por el camino ha sucedido de todo, y bastante a mí en particular; entre las cosas más grandes, la amistad de Marga, la confianza de Añel, y —sí, ya toca decirlo— la magnífica y ridícula catarsis de reconciliación con El Cabeza de Puerco Ilustrado. Todo muy bien, pero demasiado personal para una iniciativa que compromete a tanta gente; así que va siendo hora de poner las cosas en perspectiva, y hasta de reconocer los propios excesos. Que accediéramos a abanderarnos no implicaba que nos llevaríamos muy bien, que nos concretáramos como grupo político; incluso si resultamos en un grupo de presión política, nuestra eficacia radica en la confluencia de nuestras necesidades más puras. Fue la nostalgia la que nos acercó, y particularmente creo que el respeto de un blog como El Cabeza de Puerco por esa experiencia es de lo mejor del mundo; pero en lo personal, aunque sea público y virtual, los asuntos entre bloguers son exclusivos de esos bloguers; no para que la gente ande llevando estadísticas, ni sentando parámetros al comportamiento ajeno. En honor a la verdad, el “detente” de ese bloguer fue el daño que podía causar a una experiencia tan magnífica como la de Blogs con Banderas; lo que haya de personal en ello a nadie incumbe fuera de los comprometidos, y ese espacio hay que respetarlo, justo para no caer en la asamblea de méritos y deméritos.
Cada bloguer existe porque le da la gana, y sólo debe disculpas a quien cree que le debe disculpas; eso es respeto al albedrío, y otra cosa es pretender de este ámbito un espacio tan pesado e intratable como el de afuera. Está claro que todos no tenemos el mismo nivel de sentido del humor, pero convengamos que se trata de personalidades virtuales; y si a alguien no le gusta lo que otro dice, con no leerlo y no hacerle caso tendrá bastante, que nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Si la experiencia de Blogs con Banderas es valiosa, será por lo que tiene de libertad; y probablemente deberíamos empezar por aceptarnos a nosotros mismos, incluso como entidad colectiva, y levantarnos nuestra propia autoestima.
Eso anterior es por el estigma de que somos las peores personas del mundo, camorristas y desunidas; pero del solar sólo tenemos la literatura que algunos han hecho para expoliarnos ideológicamente. En verdad, en tanto cubanos, puede que seamos el mejor pueblo del mundo; y ya va siendo hora de que reflejemos eso en nuestras proyecciones virtuales, mandando al carajo esos complejos de culpa. Si se mira bien, pocos panteones políticos son tan internacionales como el nuestro; así que eso del nacionalismo va siendo relativo, porque de San Hatuey proto mártir a Máximo Gómez, como que se va internacionalizando. Hasta al paria de Ernesto Guevara hemos podido acoger en nuestras tribulaciones, y nuestra música se ha abierto a cuanta influencia ha sido posible; y si alguien quiere más, pues es un abusador, un bully, y como a bully hay que sonarle su cubanosamente respetable trompetilla.