Como en La Guerra de los Mundos de Wells, fueron las bacterias, y los insectos, los que en definitiva determinaron la retirada de los ingleses, que dejarían en el campo, según algunas fuentes, alrededor de dos mil cadáveres. Era noviembre de 1741 y la carrera del Almirante Edward Vernon se iba a pique.
Cumberland había sido apenas una pesadilla en las mentes acaloradas –nunca mejor dicho- de los británicos. O de algunos británicos, porque el gobierno en Inglaterra nunca entendió por qué el almirante, pudiendo atacar La Habana, se decidió a rodear Santiago. Definitivamente, Cuba no estaba para los ingleses.
Mapas cortesía de Gaspar El Lugareño.