“Quien conoce al cubano sabe que nos apasionamos tanto que a veces nos cegamos y podemos ser capaces de defender ideas tan ridículas como torcidas. A pesar que una gran mayoría lleva decenios en el exilio, no han aprendido a vivir en democracia, piensan que ésta es la posibilidad de insultar al que no esté de acuerdo con sus ideas, de vapulear a quien no alcance su nivel intelectual, de creerse el centro del mundo por formar parte de un grupúsculo de mierda o de sentir amenazada su integridad por una irónica caricatura. Por eso temo el día que Cuba logre finalmente ser un Estado de Derecho, porque la mayoría de los cubanos no tiene la más mínima idea del respeto al derecho ajeno y de la confrontación civilizada”.
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