google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Cuba, la guerra contra la información (II y final)

martes, 21 de julio de 2009

Cuba, la guerra contra la información (II y final)

por Roberto Lozano

Los cubanos sabemos, por experiencia propia, que cualquier libro “subversivo” que entra a Cuba pasa rápidamente de mano en mano en una cadena interminable, y que son muchas veces los propios diplomáticos y funcionarios del régimen los que introducen ese tipo de literatura. También conocemos, por experiencia propia, que la radio de onda corta es uno de lo medios mas eficientes para romper el bloqueo informativo, ya que la policía secreta no puede interferir todas las transmisiones y el régimen no ha podido desactivar todos los radios con dispositivos de onda corta que quedan circulando de la era soviética.

Asimismo, conocemos por testimonios de cubanos que viven actualmente en la Isla, que muchos de los artículos críticos publicados en el exterior circulan en forma de fotocopias, gracias a la colaboración del personal diplomático de las embajadas occidentales y de Europa del Este, o de forma electrónica, mediante el uso de tarjetas de memoria. También reportan los periodistas independientes que las antenas parabólicas se montan y desmontan en los edificios de acuerdo a la inminencia de una redada de la policía, lo cual hace casi imposible su total eliminación. No debería sorprender entonces que los usuarios del servicio, con tal de salvar la programación alternativa, colaboren con el proveedor para impedir el éxito de la gestión policial.

Lo anterior indica que el intento totalitario de controlar el acceso a la información, específicamente de tratar de eliminar los flujos de información que existen fuera de los medios controlados por el Estado, es una política condenada al fracaso, fundamentalmente porque ignora los intereses de los consumidores, muchos de los cuales están simplemente buscando otras opciones a la monotonía del totalitarismo. Ahora, por los mismos medios que entra un programa de entretenimiento, pasa un programa sobre los privilegios de la nomenclatura.

Por eso el mercado de la información se comporta de forma similar a cualquier producto del mercado negro. Mientras exista la demanda, la oferta buscara una forma de satisfacerla. Debido a ello, el régimen pelea una guerra de desgaste y, aunque obtenga victorias tácticas temporales, confiscando una antena por aquí y un libro por allá, no podrá ganar la guerra. Lo único que puede lograr el totalitarismo con esta política es posponer el día en que el acceso a información alternativa a la del Estado deje de ser una actividad criminal.

Y es que en esta guerra por el acceso irrestricto a la información, que en el fondo es una pugna por las mentes y los corazones de los cubanos, no habrá tregua. Sobre todo porque ella es consecuencia directa de la evolución tecnológica del capitalismo y la democracia, de mecanismos psicológicos inherentes al ser humano y de leyes de funcionamiento del mercado que no desaparecerán por muchos que se les odie o ignore. Debido a ello, en Cuba contener el alud informativo se hará más difícil cada año, a medida que la tecnología se torne menos costosa para el usuario y más descentralizado y simple el proceso de preservación y transmisión de la información de individuo a individuo.

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