por José Gabriel Ramón Castillo
El gobierno interino de Honduras ha hecho, y seguramente seguirá haciendo, todo lo que esté en sus manos para evitar una guerra civil en el país cuyas consecuencias pueden traspasar las fronteras geográficas de la nación centroamericana. Sin embargo, los gobernantes del continente parecen estar viviendo al otro lado del mar, poniéndose de un solo lado del asunto y alimentando así el posible conflicto.
Dice mucho el llamado de Roberto Micheletti a defender el territorio nacional de cualquier incursión foránea. Lo ha dicho por Chávez, pero también lo ha expresado por los Estados Unidos, del que esperaba otra reacción en momentos como éste.
Para la democracia son tiempos difíciles, y los demócratas hondureños están en pie de guerra defendiendo la suya. Prefieren morir peleando antes que caer en manos del castrismo chavista, el Gigante de las Siete Leguas de los tiempos modernos en Latinoamérica.