por Juan F. Benemelis
Hasta ahora, las computadoras se conectan a tomacorrientes, y sus microprocesadores son del tamaño de la punta de los dedos, con millones de circuitos. Sin embargo, la miniaturización conducirá, en un par de décadas, a que los micro-componentes alcancen la escala atómica. Por eso, los ordenadores del futuro utilizarán la luz: las computadoras ópticas, ganando en rapidez y potencia.
Estos circuitos no transportarán electrones que son incapaces de alcanzar la velocidad de la luz, sino que utilizarán a los fotones, que sí son capaces de hacerlo. Este fantástico incremento de la velocidad permitirá recorrer un canal en ambas direcciones, sin interferirse, incrementando a niveles impensables el volumen de información.
Con medios de almacenamiento óptico se podrá concentrar el grueso de los conocimientos disponibles de la humanidad en un ordenador, facilitando los conocimientos técnicos, científicos y humanísticos capaces de acelerar la economía y la sociedad terrestre y marina. A diferencia de las actuales naciones-estados con fronteras, en esas colonias el conocimiento se compartirá casi instantáneamente, y el individuo no estará condenado a la soledad de su lucha por la subsistencia.
El futuro se encamina insoslayablemente hacia nuestra fusión con las máquinas pensantes. Pese a los argumentos filosóficos y éticos de la fenomenología, el primer programa de inteligencia artificial comparecerá a principios de este siglo, trastornando sustancialmente la auto-consideración y la percepción del homo. La nueva revolución tecnológica afirmada en las computadoras electrónicas, el nuevo modo de producción, ha salido a la existencia para fundar una nueva clase de persona; nuevos trabajos; nuevas formas de riqueza: nuevas disciplinas; desplazar las poblaciones de las ciudades; cambiar los centros de poder económico; crear y destruir empleos; transformar los medios militares.
Los conglomerados económicos, las naciones, y las futuras colonias humanas extraterrestres, competirán por ampliar cada vez más la inteligencia artificial.