un reportaje de Roberto Lozano
Una reacción china a la amenaza germánica era esperada por los expertos. Con el propósito de asestar un golpe preventivo a competidores potenciales y para asegurar el predominio de la industria china en el mercado cubano, la respuesta llegó mediante la celebración de un concurso de diseño industrial financiado por la Yutong, para lograr lo que un vocero define como “el sueño de diseñar y producir una guagua que logre sobrevivir más de tres años las duras exigencias del mercado cubano".
Los ejecutivos de la empresa afirman que, una vez terminado el concurso, pasarán rápidamente a la fase de producción. Están absolutamente convencidos de que el producto final logrará rebasar exitosamente la prueba de lo que algunos en China, jocosamente, llaman “la trituradora del Caribe”. “Aunque tendremos que esperar un tiempo para confirmar los resultados en el terreno”, afirmó el director de control de calidad de la Yutong.
Y no es para menos. Las estadísticas acumuladas por la Yutong demuestran que sus guaguas duran menos de dos años en Cuba, o sea, una vida útil comparativamente menor –mucho menor- a la de un equipo que en otros mercados sobrepasa la década. Es también alarmante que sus guaguas no superen la vida útil de los llamados "Camellos", medios de transporte de fabricación doméstica que logran sobrevivir milagrosamente por casi tres años, récord para el mercado local.
De ahí la urgencia del concurso. Una copia de la convocatoria oficial fue entregada ayer a Cuba Inglesa por un periodista taiwanés especializado en la industria del transporte y acreditado en la Provincia de Henan, donde radica la Yutong. Según la convocatoria, las nuevas guaguas asiáticas, especializadas para el mercado cubano, serán diseñadas teniendo en cuenta tres factores:
Primero, la tasa de pasajero por centímetro cuadrado más alta del mundo, o sea, una capacidad de carga mayor a la usualmente requerida para equipos de uso civil. Segundo, un usuario extremadamente hostil, que ha demostrado su capacidad para tomar ventaja de la más mínima debilidad en el diseño (habría que prescindir del uso de asientos e introducir, por primera vez en la historia de la industria, cristales a prueba de balas para aguantar las recurrentes pedradas en algunos barrios de la capital cubana). Tercero, la continua presencia de obstáculos significativos en el terreno, como los temidos “superbaches” (huecos gigantescos que permanecen sin reparar en las calles) o los “neobaches” (que, como decía Héctor Zumbado, son las “olitas de asfalto continuo” que someten al vehículo a un cachumbambé tremebundo), que incrementan exponencialmente la posibilidad de que reviente el sistema de transmisión. Para solucionar esto último, el documento advierte a los fabricantes sobre la obligatoriedad del uso del Titanium para la transmisión, ya que no se puede correr el riesgo de usar metales menos resistentes en el ambiente cubano.
Todo ello, unido a la cabina blindada para protección del conductor, también de inclusión obligatoria, conferiría al nuevo equipo de la Yutong un nivel de resistencia superior, imprescindible para navegar las encrespadas aguas del área metropolitana, que en la mayor de las Antillas sufre virulencias similares a las del combate urbano en cualquier conflicto moderno (Irak o Afganistán, por ejemplo).