por Lamimita Loynaz
Señor Caballero, usted no tiene perdón. Rompe o cree romper misterios con suposiciones desaforadas, me menciona e incluye en aquelarres donde no he estado y asegura, con desfachatez miserable, que soy bien “un hombre” al que respeto por sus letras, bien una mujer a quien nada señalo, pues es derecho de cada fémina hacer uso de su cuerpo. Pero en mi caso, desnuda y que quede claro, sólo tengo la palabra.
Me he retirado de Cuba Inglesa, como haré de cualquier sitio que no respete. Advertidos estaban que por curiosidad iría cada noche a constatar los desgastes. He firmado con mi nombre cada participación, pero vuestra entrada es vulgar y deja en entredicho a la mujer, a todas.
No recogeré su premio, pues no lo busco. El silencio puede ser premio cuando se injuria y tergiversa a una dama.
Desafortunado, mi lema es la elegancia. Cierre capítulo si aún le queda un ápice de sensatez.
Estas son las almas que usted condena.