1) Cuando en Inglaterra, durante una gran conferencia, el Arzobispo de Canterbury preguntó a Colin Powell si los planes de Estados Unidos hacia Irak no eran más que una operación imperialista de George W. Bush, Powell respondió:
-Durante mucho tiempo, los Estados Unidos han enviado a muchos de sus mejores jóvenes, hombres y mujeres, al peligro, para luchar por la causa de la libertad más allá de sus fronteras. Las únicas tierras que hemos pedido a cambio han sido apenas las necesarias para sepultar a aquellos que no regresaron.
Se hizo un gran silencio.
2) Durante una conferencia en Francia, en la cual participaba un gran número de ingenieros de diversas nacionalidades -incluyendo franceses y norteamericanos-, en el receso, uno de los galos preguntó serenamente: “¿Han escuchado la última estupidez de George Bush? Envió un portaaviones a Indonesia para ayudar a las víctimas del tsunami. ¿Qué es lo que pretende hacer, bombardearlos?”.
Un ingeniero de Boeing se levantó y respondió serenamente:
-Nuestros portaaviones tienen tres hospitales a bordo, que pueden tratar a varios cientos de personas. Son nucleares, por lo que pueden suministrar electricidad de emergencia a tierra. Tienen tres comedores con capacidad para preparar comida para tres mil personas tres veces al día, pueden producir diariamente varios miles de galones de agua potable a partir de agua de mar, y tienen media docena de helicópteros para transportar víctimas desde y hacia el buque. Nosotros tenemos once barcos iguales. ¿Cuántos buques así ha mandado Francia?
De nuevo, silencio sepulcral.
3) Un almirante de la Armada de los Estados Unidos estaba en una conferencia naval que incluía también almirantes de las armadas canadiense, inglesa, australiana y francesa.
Durante un cóctel se encontró con un grupo de oficiales. Todos conversaban en inglés mientras tomaban sus tragos, pero, de repente, un almirante francés comentó que, si bien los europeos aprenden muchos idiomas, los norteamericanos se bastan con el suyo. Entonces preguntó: “¿Por qué tenemos que hablar inglés en estas conferencias? ¿Por qué no se habla francés?”. El almirante americano, sin dudarlo, respondió:
-Tal vez porque los británicos, los canadienses, los australianos y los americanos nos las ingeniamos para que ustedes no tuvieran que hablar alemán por el resto de sus vidas.
Se podía haber escuchado la caída de un alfiler.