por Armando Añel
Con esto de Juanes, en el exilio rebota una pregunta: ¿Por qué él y no Willy Chirino?
Si es un concierto por la paz, se supone que sea por la paz entre cubanos, por el entendimiento, por la convivencia. Y para que los cubanos de afuera y adentro, perogrullada, puedan compartir un espacio común, deben ser escuchadas ambas partes. En Miami, en Nueva York, en Madrid, al aire libre y entre cuatro paredes, se ha escuchado a la parte oficialista. ¿Por qué no se escucha a Chirino en La Habana?
Si verdaderamente quieren la paz, dejen entrar a Chirino. Bríndenle la Plaza a Chirino. ¿O es que hay miedo? ¿No pueden soportar un estribillo?
¿Qué revolución es esa que le teme a la voz y el mensaje de un músico o de un cantante? Qué frágiles revolucionarios. ¿No dicen que confían en el pueblo? ¿No dicen que la suya es una revolución del pueblo y para el pueblo? ¡Pues dejen que el pueblo se divierta con Willy Chirino!
¿Ya viene llegando? Ya viene llegando. Porque claro, a Chirino tienen que dejarle cantar lo que le dé su gana. Lo que siempre ha cantado. Aquellas canciones por las que lo conoce Cuba entera.
Lo que hay es debilidad. Lo que tienen es una revolución más floja, más cobarde, que todos ellos juntos.