google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Del Concierto por la Paz de Juanes

lunes, 21 de septiembre de 2009

Del Concierto por la Paz de Juanes

por Armando Añel

Finalmente, Juanes y sus amigos realizaron su anhelado concierto en Cuba. A primera vista, el saldo parece positivo, y podría serlo a ciencia cierta si en el exilio se hubiesen manejado las cosas con elegancia y organización. Como suele pasar, fuimos los cubanos los que desaprovechamos la oportunidad, tanto dentro como fuera de la Isla. Habrá que esperar, en cualquier caso, a que el tiempo diga la última palabra. Tiempo al tiempo.

Por ahora, intentamos una evaluación, músico por músico, a partir de las expectativas creadas. No me refiero, claro, a la calidad intrínseca del concierto y sus participantes en tanto hecho artístico –ni soy un especialista, ni me interesa ahora mismo-, sino a la importancia que pudiera haber tenido la actuación de cada uno de cara a la tantas veces invocada apertura en Cuba:

Olga Tañón. Superó las expectativas. Refirió la anécdota de un cubano de Miami que desde hace veinte años no puede ver a su hija, residente en Cuba. Pronunció la palabra prohibida en la Isla, “exilio”, con soltura y naturalidad, en un contexto constructivo. Clamó, junto a Juanes, por la unión de la familia cubana, “que es una sola”. 9-10.

Equis Alfonso. Discreto, homenajeó a Michael Jackson interpretando una versión libre, en español, de Black or White. 5-10.

Danny Rivera. Más de lo mismo. El sentimiento se apaga, crece la barriga. 3-10.

Juan Fernando Velazco. Pasó por el concierto casi sin darse cuenta. 4-10.

Amaury Pérez. Ha ejercido de maestro de ceremonias antes, durante y después del evento. Atrevido, locuaz, irreconocible para algunos, ha puesto los puntos sobre las íes en más de una ocasión. El único cubano que ha sacado la cara, en el marco del concierto, por un futuro de respeto a la diferencia. 10-10.

Victor Manuel. Pasó sin penas ni glorias, diluido en la sofocación de una plaza que no le prestó mucha atención. 5-10.

Miguel Bosé. Sobrio, cordial, trabajó en función de la armonía, y pidió libertad junto a Juanes. 8-10.

Jovanotti. Se llevó a Superman a la plaza, en forma de gorra. 5-10.

Orishas. Mucho ruido y pocas nueces. Orishas es lo que es, un grupo procastrista, como ellos mismos se encargaron de hacer saber años atrás. De cualquier manera, tampoco metieron demasiado la pata. 3-10.

Cucu Diamantes. Enérgica y viril, pidió que el mundo se abra a Cuba y, por omisión, que Cuba no se abra al mundo. Desentonó completamente. 0-10.

Juanes. Al final, hizo lo que le vino en ganas. Defendió a mandíbula batiente el cambio, la libertad, la unión de la familia cubana, prácticamente todo lo que el castrismo combate. Le pidió a la juventud cubana que abandone el miedo. 10-10.

Silvio Rodríguez. Apagado, dejó transcurrir la tarde. Tuvo un destello de picardía para las segundas lecturas al interpretar Ojalá, una pieza que en Cuba muchos aseguran, tal vez inocentemente, “que le compuso” a Fidel Castro. No participó en el coro final con los Van Van, detalle interesante. 5-10.

Luis Eduardo Aute. Sin mucho aspaviento, interpretó Rosas en el Mar, un canto a la libertad que en el marco del megaconcierto podría interpretarse como una toma de posición. 6-10.

Carlos Varela. Se escondió tras su pasado y no sacó ni el sombrero. Se ha acomodado, y se le nota. En el concierto, fue el ejemplo por antonomasia de que, por si cupieran dudas, somos los cubanos los principales responsables de nuestra desidia. 2-10.

Juan Formell. Su exabrupto final (“Duélale a quien le duela… dejen el abuso”) dejó la imagen de un músico intolerante y revanchista. Demasiado comprometido con el régimen. 0-10.

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