por Antonio Ramos Zúñiga
En realidad, si vas Miami adentro, encuentras una ciudad de fealdades, máculas, problemas. Es pecadora, alienada y cara, no te quiere si no tienes dinero, y si buscas un culpable, los comunicadores y políticos te mienten y le echan la culpa a fulano, a la historia, al presidente, a los ilegales, a las malas energías astrales. Ahora le echan la culpa a la crisis, a Bush, a las promesas incumplidas de Obama, a Satanás, a la globalización y al liberalismo. Nadie dice la verdad, los medios masivos de comunicación son un fraude, la clase política se pone máscaras para parecer inocente en el circo de la politiquería y te explican que todo tiene solución. Pero no resuelven ni van a resolver, es una cuestión de atrofia intelectiva, un mal de fondo.
Parece que los malos políticos, administradores y líderes decadentes de Miami tienen parte de la culpa. Han creado un monstruo donde impera la insensibilidad, la politiquería, la improvisación, la inequidad, la falta de originalidad, los prejuicios y personalismos, el voto equivocado, el manejo y la burocracia estilo Tercer Mundo, la solución antipopular (impuestos y penalidades), la radio que no va al grano. A la televisión sólo le interesa vender comerciales y poner culebrones; las elecciones municipales las puede ganar un individuo inculto y fariseo si habla bonito y regala sueños imposibles, y la gente se pregunta por qué aumenta la mala educación, suben los precios de los alimentos, los vecinos se vuelven agresivos y los ancianos no tienen protección.
Lo mismo hay problemas en las escuelas que en los hogares, en los condominios que en los hospitales, en las oficinas del gobierno que en los servicios privados, en los taxis que en los buses. Hay más asaltos y más basura botada en las calles, los salarios son bajos (excepto para los políticos y funcionarios gubernamentales), el precio de todo sube y las hipotecas y rentas se elevan. La frustración y la inercia es lo más elevado que tenemos.
Hay que ir al fondo y trasfondo del problema. Sin dudas, Miami no es una ciudad perdida. La ciudadanía tiene que tomar la palabra, actuar, reclamar a los liderazgos, criticar, manifestarse, participar en el gobierno ciudadano, sacar a los malos políticos de la escena y buscar vías para que mejoren las condiciones de vida. No nos podemos quedar con los brazos cruzados, hay muchas inteligencias y potencialidades en esta ciudad, y la ciudadanía unida pudiera ser el factor clave de la renovación ética, urbana, social, cultural y económica.
Todo el mundo tiene que poner su granito de arena, sacar del bolsillo y la cabeza sus aportes, hay que parar la contaminación politiquera y la falacia de los que ofrecen sueños imposibles o juegan al azar economicista. Hay que dar paso a las nuevas generaciones, más capaces e innovadoras, eliminar de cuajo el estilo de gobierno y la burocracia bananera, suprimir los mecanismos que bloquean el desarrollo, exigir que los líderes, comisionados y alcaldes rindan cuenta a cara descubierta, sin trucos. No permitamos la retórica y las trampas estadísticas. Preguntemos dónde invierten nuestro dinero y cómo somos beneficiados, cuánto ganan de salario a costa nuestra por ser tan incapaces.
No queremos líderes incapaces, incultos, petulantes, seudo-totalitarios, populistas, tercermundistas, manejados por los intereses creados en detrimento del bienestar colectivo y la justicia pública. Queremos líderes humanistas y calificados que sirvan a la ciudadanía. Basta de engaños y de mala política. Esta no es una sociedad de “generales y doctores”. Somos una sociedad libre y democrática, de todos, y no podemos dejar que la mala política nos frustre y cierre el futuro. Salvemos a Miami, hagámosla nuestra y mejor, ganemos esta pelea ciudadana contra los demonios.
Artículo suscrito por la organización Change Miami-Dade/Cambiemos Miami-Dade, un proyecto de Miami-Dade Community Action, Inc.