Sin importar qué tipo de anónimo se sea, todos disfrutan como nadie de su estatus. Al saberse "invisibles", el placer de practicar el ejercicio de criticarlo todo, ya sea con razón o no, los hace saborear la molestia del que atacan de una manera que no puede el que se identifica con un nombre-google. Además, sin los anónimos la polémica es plana, desabrida, y provocan igualmente números en los clics, un dato que favorece al propietario del ruedo donde se desenvuelven. Luego entonces, no es tan malo que uno que otro anónimo te visite y haga una de las suyas en tu portal; más bien nos da un "norte" de cómo se mueven las opiniones, y nos obligan a actualizarnos; o nos ayudan a enterarnos de algún nuevo ridículo sucedido en los "penúltimos días" de la semana. Es bueno recordar que, gracias a un anónimo, en estos momentos está sobre el tapete el tema de la famosa antología de poetas en el exilio.Sindulfo en su blog.
