por Enrique Collazo
Existe consenso en que un elevado por ciento de los jóvenes jineteros cubanos, de ambos géneros, son negros o mulatos. La implicación negra en la prostitución se explica por la situación de marginación extrema que soporta este sector de la población en la Isla, y también por los propios tópicos raciales de sexualidad de los turistas, que contemplan lo negro o mulato como objetos sexuales perfectos por el “primitivismo” de sus instintos. A tal punto ha llegado esta situación en Cuba que el fenómeno del jineterismo se ha convertido en un componente básico para definir y marginar aún más a la población negra y mestiza.
En cualquier caso, está claro que ningún otro gobierno del mundo, salvo el de Corea del Norte, es dueño de prácticamente el 100% del tejido económico y por tanto responsable único de las condiciones de vida de sus ciudadanos, como el cubano. La carencia de libertades, la coacción ideológica y la represión selectiva que ejerce el régimen, demandando adhesión incondicional imperecedera, terminan por distorsionar gravemente los comportamientos sociales, que encuentran en la mentira, la simulación y la doble moral el único reducto donde escapar de la opresión política.
El más grave problema que se deriva de esta situación se afrontará durante la ardua etapa de refundación nacional y el complejo proceso de reconciliación que tenemos por delante. El crecimiento del producto interior bruto cubano debe sustentarse no solamente en un capital humano cualificado, sino además en los valores de responsabilidad, orden, cultura del trabajo, capacidad de acción colectiva, ahorro y civismo que constituyen la base de la libertad y la prosperidad. La libertad y la economía de mercado necesitan reglas y controles implantados por la sociedad que se beneficia de sus ventajas. Empero, al jinetero cubano post-comunista, habituado a vivir de la gozadera -actividad ciertamente parasitaria, que se basa en el engaño y la rapiña-, entrenado en “resolver” lo más inmediato para sobrevivir un día más y fogueado en el arte de “luchar” en la calle, le resultará extraordinariamente difícil la integración a una nueva sociedad basada en las libertades, así como en determinados deberes y responsabilidades ciudadanas.
Sin duda alguna este es uno de los más grandes desafíos que enfrentará la Cuba del mañana.