“Un ciclo muy antiguo de complicidad se cerró con esa ejecución. Había comenzado con una ejecución en el círculo íntimo del niño García Márquez (la cometida por su abuelo contra su amigo y lugarteniente Medardo, hijo de su amante) y terminaba con otra ejecución en su círculo íntimo (la cometida por el comandante en la persona de su amigo Tony, “que sembraba el bien”). Así, el escritor que adoptó desde muy joven la “moralidad política” de su abuelo, el “que con bastante sangre fría antepone la política a la moralidad”, el que vio a Castro como la “representación de su propio abuelo, el único hombre a quien no podía, no pretendería y ni siquiera querría, vencer”, había tenido que probar su teoría en carne propia. Y había aceptado el veredicto del poder”.
Enrique Krauze