por Yolanda Vega8.- Los cubanos se juntan en círculos y todos se conocen. Parece que todos pertenecen a una especie de mafia porque se hablan al oído (no tiene que ser, necesariamente, sobre mujeres) y nunca sabes sobre qué tratan. Tal vez sea sobre algo que creen que es ilegal, como, por ejemplo, llamar por teléfono más económicamente a La Habana. Sin embargo, una tiene la sensación de que están traficando o van a cometer algún delito y luego, si te lo confiesan, piensas: “Pero si no tiene importancia… ¿por qué ese secreto, ese misterio, esa intriga? ¿Será que aprenden allí el trapicheo?”.
9.- Si eres la mujer de un cubano, éste, aunque no salga, sabrá dónde has estado, con quién has bailado, a qué hora te has ido. No hace falta que se lo cuentes tú: A él ya se lo han dicho por teléfono a los cinco segundos de verte. Así que si te propones serle infiel no hagas como él, no vayas a distintos locales de moda porque te encontrarás a su amigo del alma, a su padrino, o a “su yunta”. Aunque da igual que vayas al McDonald, o a cenar a un Tex-Mex recóndito, pues seguro te encontrarás a alguien que tiene relación con él. Los cubanos tienen don de gentes o, como dicen ellos, “guara”.
10.- La mujer de un cubano siempre estará en veda perpetua, aunque a su amigo o conocido le gustes, que seguro le gustarás (a no ser que seas tan picassiana como Rossy de Palma). No obstante, éste te saludará y punto, porque “eres de…”, “llevas el cartel de…”, y “estás con…”. Claro que esto sucederá mientras estés junto a él. Cuando él no esté, volverás a escuchar las mismas adulaciones: ¡qué bella eres!, ¡qué bien bailas!, ¡qué fambeco tienes! Y pensarás: esa canción me suena mucho.
11.- Los cubanos no es que sean impuntuales, es que llegan al día siguiente de haber quedado con ellos. Y no te enfades, es normal, ya que “coger mucha lucha” es malo para el corazón, además de que envejece y agria el carácter de las personas. ¿Será por eso que ellos nunca se inmutan por nada?
12.- Los cubanos son celosos y machistas hasta la médula. Ellos pueden pasearse con su nueva conquista delante de ti y tú debes asumirlo, porque has decidido no ser la que le lave la ropa y le espere mientras está con otra. Pero ay de ti como vea que te saluda un amigo tuyo y te ciñe por la cintura, pues le pueden clavar un puñal en la yugular y montar el numerito. Y si es un paisano suyo, ni te cuento. Hay ajuste de cuentas en el baño.
