por Carlos Carralero
La creación por parte de la Unión Europea (UE) del diálogo euro-árabe ha allanado el camino al proyecto musulmán, proporcionando impunidad a los palestinos y adoctrinando a favor de Palestina -mientras se aislaba a los israelíes- a través de los medios de difusión masiva y en las universidades. A partir de los años setenta, los jefes de Estado europeos coquetearon con la OLP a sabiendas de que esta organización perpetraba actos terroristas. La asociación parlamentaria europea, potente lobby árabe-musulmán que operaba dentro del Parlamento Europeo, trasmitía las exigencias árabes a las más altas esferas políticas, universitarias y religiosas comprometidas en el diálogo. En paralelo a las acciones terroristas, se chantajeaba con el petróleo para amordazar la información. Una falta muy grave por parte de los dirigentes europeos: la de no informar a sus pueblos del peligro de la Jihad, permitiéndole el avance hacia Occidente.
Háblenme los sustentadores de premios como el Nobel, o los premiados, de sus virtudes y los beneficios que esos títulos traerán a la humanidad en el presente y el futuro.
Barack Obama, por su parte, ha dejado que Chávez, Castro y compañía sigan alargando las actividades del ALBA. Que lleven aún más lejos el plan de convertir a América Latina en una Cuba grande: una gran ruina. Sigue permitiendo a los Castro, junto al venezolano y el degenerado iraní, amasar planes bélicos con miras a destruir la fuerza que aún le concede alguna seguridad a nuestra civilización: los Estados Unidos.
Una buena parte de Europa se ha encargado de instituir y/o construir un país continente: Eurabia. Los franceses están contentos de su engendro, un monstruo para contrastar a Estados Unidos. Veremos qué dirá Sarkozy a mitad o al final de su mandato. Al trabajo irresponsable de la Comunidad Económica Europea desde 1973 se une ahora la posición “pacifista” de Obama. Ya sabemos las razones de la Guerra Fría: desafortunadamente hay violentos y con ellos hay que tener –por si acaso- el hierro caliente. Obama corona su actuación hollywoodense aislando a los verdaderos demócratas hondureños, uniéndose al coro manipulador de la OEA, de la ONU y el ALBA (esta última institución, creada para hacer daño) para aislar la dignidad y acorralar la libertad latinoamericana, representada en este caso por hondureños dignos, y luego coqueteando con los Castro sin que estos tengan siquiera un amago de reciprocidad. A Obama, desde mi humilde visión, puedo aconsejarle que en sus conversaciones con los castristas se cuide de una puñalada trapera. Porque Bruto no cree en Césares. En Cuba, cuando se acabó la madera para las balsas, se acudió a los camiones. No se asuste Don Obama si ve un viejo avión llegar a la Florida con un grupo de balseros.
Los politólogos europeos y americanos se equivocan al subestimar al Islam, ahora más peligroso en alianza con el ALBA. Y el Nobel parece que también produce Alzheimer.
Oscar Arias se ha olvidado que él, más que nadie, debe luchar por preservar la democracia de sus vecinos y la suya propia. Ya en era de sandinistas su país se convirtió en un campamento cubano. Por poco la indefensa y pacífica Costa Rica termina con su conciencia manchada por el múrice castrista. Menos mal que se desmontó a tiempo la guerrilla salvadoreña. Pero, si los premios Nobel conocen la ética, Arias, Obama y Carter deben luchar sin tregua, hasta la muerte, contra cualquier tipo de dictadura: las dictaduras implican siempre injusticia y guerra. En Cuba siempre se ha estado en guerra, al menos de nervios y contra el deseo de salir a la calle a gritar “Abajo Castro”. En guerra para evitar contagiarte con aquella putrefacta élite y en guerra contra la doble moral que brota del Comité de Defensa, y a veces de tu propia vivienda.