por Victoreto Junior
Una mujer desnuda y en la nieve. Armienne. Ella dijo: “Yo me quedo”.
No se movió. Se quedó en el islote, con lo cual salvó a Nuevo Songo del Norte de la extinción. Al quedarse, el islote siguió existiendo como lo que era: un territorio con una expresión muy peculiar del Hecho.
En medio de la helada que azota a Europa, indiferente a los zarpazos de oso sobre su cuerpo al descubierto, Armienne sintió la soledad del Neandertal, ese primo del Hombre que en vano tuvo que sufrir la glaciación, total, para extinguirse.
Y ahora Nuevo Songo, cubierto de nieve, es Armienne, y Armienne, cubierta de islote, es Nuevo Songo: la nueva Eva sola. Una mujer en una isla. Una mujer es una isla. Una isla desierta para un cuerpo sin ropas. Un Paraíso blanco en solitario, sin Adán y sin manzano.
Aunque ahora, con el mar helado, muchos podrán ponerse a andar para volver.