martes, 12 de enero de 2010
Cuba Inglesa, la encrucijada
por Armando Añel
El problema de Cuba es profundo. No se trata sólo de que “la impunidad y la falta de honestidad y valor” hayan “hundido a nuestra patria en la tiranía por más de cinco décadas”, como afirma el Dr. Octavio Dilewis, y ni siquiera principalmente. En todos los pueblos se dan casos de deshonestidad y miedo. De hecho, el miedo es recurso válido, y hasta aplaudible, cuando lo que se enfrenta, el conjunto de factores enfrentados, excede las capacidades del individuo. El cubano no es, necesariamente, más cobarde que otros pueblos.
En este sentido, el anonimato, o el anónimo que esconde su identidad para poder ejercer una crítica más o menos cruda –y que conste que no defiendo en ningún sentido la ofensa gratuita, ni la practico—, o por simple comodidad, es más una consecuencia de un estado de cosas que la causa de ese estado de cosas. La crispación, la intolerancia, el revanchismo, la imposición a la fuerza de determinados cánones que caracterizan a sociedades como la cubana, es lo que estimula fenómenos como los que se han dado en este blog (el fenómeno del anonimato como herramienta de crítica o denuncia, principalmente). Por supuesto, Cuba no es caso único, en todas partes se cuecen estas habas, pero indudablemente ocupa un “sitial de honor” con su cultura de la crispación y el autoritarismo.
La “vulneración del derecho del prójimo” a la que alude el Dr. Dilewis tiene que ver también con la incapacidad de ejercer la crítica por temor a represalias, por habitar un marco asfixiante de convivencia en el que los poderosos, o los pandilleros, o los funcionarios, etcétera, inducen la autocensura con su comportamiento represor y soberbio. En este mismo blog una persona con la que nos habíamos comportado elegantemente, promoviendo con regularidad sus eventos, reaccionó como un talibán cuando recibió las primeras críticas anónimas y/o seudónimas, y que conste que ni siquiera eran ofensivas en lo personal. Con esos truenos, alguna gente se lo piensa dos veces antes de estampar su nombre y apellidos en un comentario crítico. No todo el mundo está dispuesto a que le viren la cara en un acto público, o le nieguen apoyo simplemente por expresar su criterio honestamente.
Al habitar una sociedad que penaliza la crítica en cualquiera de sus formas, que se estructura en torno a “gremios” cerrados que criminalizan al diferente, es natural que ese diferente eche mano a recursos alternativos. Es lo que estamos viendo ahora, en el marco de otro fenómeno –Internet— que llegó para quedarse. Claro, están los aprovechados de siempre, los inescrupulosos que se suben al barco para intentar hundirlo. Muchos de los ataques personales más hirientes que se han leído aquí provienen de ellos, que han estado apostando a que se modere la sección de comentarios para desvirtuar la naturaleza de este blog y, eventualmente, precipitar su cierre. ¿Por qué, si les molesta tanto, insisten en venir a parar acá? El objetivo es que Cuba Inglesa se convierta en un blog al uso, algo que sin embargo no es de interés general, según demostró una encuesta reciente que puede consultarse todavía en la columna inferior derecha de esta página.
Armando Añel edita este blog, no lo modera ni censura. La sección de comentarios es libre, no puede técnicamente editarse, y nadie nos va a obligar a censurar, a manipular el tiempo y los criterios de los demás. En todo caso, a quien se considere objeto de ataques a su modo de ver intolerables le recomendamos que llame a la policía. Tal vez con una orden judicial o algo por el estilo logren cerrar esto. La pregunta es: ¿Vale la pena? Para los intolerantes y los autoritarios, incapaces de asimilar la crítica con naturalidad y elegancia, de crecer con ella y hacerse fuertes, pudiera ser que sí.
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