google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: El perro y la estatua

martes, 26 de enero de 2010

El perro y la estatua

“En su ser dios, la estatua sabe que la rabia es la naturaleza misma del perro, que no ha dudado en dejar incluso sus micciones en la belleza de sus pies labrados. Es en esos casos de sublime humillación que la estatua ha descendido la mirada fija de sus ojos pétreos, y lo ha visto al perro; no para que cambie su actitud, pues dejaría de ser el perro, y eso no está en la potestad de la estatua, que es un dios pagano y menor. Pero es que, por sobre todo, la estatua no ha leído a Heidegger sino que lo ha inspirado; por eso la estatua está inmóvil, mientras que el perro se mueve en derredor suyo. Por eso también es que la estatua no habla, y recibe parsimoniosa los ladridos de la provocación; sólo en contadas ocasiones, como se dijo, consiente ella en mirar al perro con sus ojos pétreos; y éste se envalentona entonces, pero por gusto: la estatua es un dios que tiene muy clara su condición”.

Ignacio T. Granados en Negros

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