Publicado en 1857 por Antonio Bachiller y Morales. Nació en La Habana en 1812, y murió en 1889. Abogado, periodista, filósofo, escritor y economista. Abrazó la causa del autonomismo en 1869 y sufrió destierro por ello. Sorprende mucho la claridad de ideas de Bachiller y Morales como paladín del liberalismo cubano de la época, además de su formación polivalente, su bagaje teórico y su amplio conocimiento sobre los pensadores liberales más destacados de su tiempo, así como su extraordinaria capacidad de anticipar fenómenos sociales que aún presenciamos y sufrimos.
La libertad
La fuente y fundamento de la libertad es la persona humana; los derechos materializados, o sea, la propiedad, tiene por base la naturaleza humana. […] Hay una libertad que puede llamarse física, pero que realmente es de acción física, una moral y otra intelectual. La libertad no es la licencia; no es un fin: es un medio. […] La libertad, como facultad de acción, está limitada por la libertad ajena. Consiste en hacer cuanto convenga al desarrollo del hombre, sin perjuicio a los demás hombres. La libertad es el carácter más notable de la especie humana: sin ella no habría imputación. ¿Quién podría aspirar a premio? ¿Quién ser castigado sin ser libre?
La sociedad no es hija de un pacto, pero como hecho individual, el hombre es un ser necesariamente sociable y social. Este principio no quita al hombre sus derechos individuales: la sociedad es un hecho que no contradice ni aniquila los derechos hasta aquí indicados. El hombre tiene relación con la sociedad, con el Estado, con todas las manifestaciones de la humanidad: las leyes de la asociación deben surgir de la armonía del hombre-individuo con el hombre-social, veremos, y ya lo indicamos, que la exageración de la ley de la igualdad ha creado muchos de los extravíos del comunismo, ese sueño dorado de los tiempos modernos y que lleva a sus ilusiones una nube preñada de males para el mundo.
Derecho de propiedad. Relaciones de los hombres con las cosas
Examinados los elementos de la propiedad en sus diferentes formas, han llegado a proporcionar armas incontrastables contra las utopías que recientemente han amenazado a la sociedad.[…] La sociedad es inexplicable sin el derecho de propiedad. El derecho de propiedad es uno de los más sagrados e imprescriptibles: el hombre por su yo, por su personalidad, es el único ser propietario, porque puede llamar suyo lo que no es de uno de sus miembros, por la libertad.
La propiedad como derecho es un derecho elevado a la segunda potencia, porque es un derecho para la realización de todos los derechos. El hombre tiene por excelencia el derecho a aspirar a todas las condiciones necesarias para su desarrollo (lo que en la Constitución Norteamericana se dio en llamar “la búsqueda de la felicidad”); para lograrlo tiene que apropiarse los objetos materiales necesarios a su conservación. El comunismo es una consecuencia del panteísmo que ya hemos impugnado (El panteísmo es la creencia de que el mundo y Dios son lo mismo, es más una creencia filosófica que religiosa. Cada criatura es un aspecto o una manifestación de Dios, que es concebido como el actor divino que desempeña a la vez los innumerables papeles de humanos, animales, plantas, estrellas y fuerzas de la naturaleza. El panteísmo es incompatible con la creencia en un Dios personal, de ahí que para algunos sea una expresión del ateísmo). El hombre tiene una personalidad cuya conservación es un derecho y su libertad no tiene más límites que la personalidad ajena: en ningún caso debe olvidarse que existen esos elementos que constituyen la humanidad: el individuo y la especie.
De la serie Pensamientos Cubanos, de Enrique Collazo