google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Nuevo Humanismo (III)

miércoles, 13 de enero de 2010

Nuevo Humanismo (III)

Concluyendo el humanismo moderno

Muy hermosas ideas nos han vendido los supuestos progresistas, pero las únicas posibles han sido aquellas que admite la evolución paulatina de las cosas. Incluso instituciones infames no han hecho sino transformarse, adaptarse, pero permanecen ahí, insuperables. No es que esté mal o que esté bien, es que la economía se liberaliza pero poco a poco, nunca con violencia; cuando es la economía la que guía nuestro desarrollo por los causes de la posibilidad real, burlándose de la prolija planificación socialista [o capitalista], que sólo conduce al descalabro.

Hoy día, y gracias a nuestros flamantes graduados —desde en Administración de Negocios hasta en Filosofía y Letras—, la economía se traba en una marea en que el Estado recauda doble y el ser humano recibe menos. De los impuestos a las licencias que se exigen hasta por respirar, no existe la posibilidad real de progreso individual en las sociedades paternalistas y vigilantes. Nunca ha existido esa posibilidad, y cualquiera que ofrezca violentar un proceso natural está engañando al prójimo.

Nuestros flamantes graduados han establecido que la fórmula para lograr la estabilidad económica está en el ahorro del diez por ciento y la inversión de sólo el 30% de las ganancias en la vivienda. ¿En qué economía es eso posible, y a quién si no a las clases superiores? ¿Es a esa contradicción a la que nos conduce tanto trabajo? Pues sí, y no está mal, todo otro progreso ha sido falso y espurio, nadie se hace culto por hacerse médico, abogado o arquitecto, como bien ha demostrado el caso cubano, que ha sumido a los profesionales en la más abyecta pobreza, incluso intelectual.

A estas alturas, la gran revolución científico-técnica sólo traspasó a los esclavos la responsabilidad por su propia manutención. ¿No va siendo hora de aceptar lo evidente? ¿A qué tanta fe en el falso humanismo igualitario? ¿Acaso son iguales nuestros intereses particulares? ¿Por qué habrían de serlo?

El Humanista

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