por Ignacio T. Granados
En una misa espiritista, a una mujer le explicaron una vez que sus problemas se debían a que dos muertos de su cuadro espiritual no se llevaban bien entre sí; la pobre mujer suspiró y sólo dijo: “Vaya, como si no fuera bastante con los problemas con la familia real, ahora tenemos los de la espiritual”. En estos tiempos, lo mismo podríamos decir de las relaciones virtuales, que, como si no nos bastara con las reales, se acercan para complicarnos el panorama. Ahora, seis meses después de un maleconazo genial, resurge la iniciativa, y uno tiene sus dudas, pero en el fondo quisiera que cuajara, y aunque no se tire de pecho, al menos se cruzan los dedos para que tenga buen fin.
Después de todo, no fue sólo una movilización, que de eso salimos huyendo. Se trató de una experiencia, y fue ese fantasma de euforia y reconciliación que recorrió la blogo. En lo personal, le pido a la Superwoman que regrese por nosotros, para que nos apoye, porque ahora son más las dificultades, pero también más consistentes los propósitos. Quiera Dios que volvamos a vivir eso, que no fue exactamente la necesidad de realización personal de alguien; fue, más bien, el deseo de muchas personas de llevarse bien entre sí, aunque no tuvieran muy claras sus razones. Hay quien no tuvo eso claro, y perdió su momento en vanidades de poder y sobreposición a los demás; pero hay muchos otros que terminaron frustrados en ese desvío, y que sólo esperan ansiosos esta otra oportunidad.
A estos últimos apela la iniciativa Con todas las Banderas, a revivir esa experiencia de libertad personal; porque no hay dudas, si el colectivo se compone de individuos, sólo puede ser grandioso con individualidades plenas y responsablemente realizadas. Es decir, sin demasiadas ansias, uno pone de nuevo flores blancas por esta segunda oportunidad.
Cortesía Negros