google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La libertad como equilibrio

martes, 2 de febrero de 2010

La libertad como equilibrio

por Armando Añel

La libertad no es en primer lugar un concepto abstracto, ni el resultado de ciertas políticas o gobiernos. Es antes que eso una actitud, y una personalidad, y una estabilidad mental. Es un perfil sicológico. De ahí que cuando hablamos de ella en abstracto no estamos hablando de ella verdaderamente, o al menos nos estamos quedando cortos al abordar sus significados.

Tal vez por considerar la libertad en abstracto es que algunos se escandalizan ante las agresiones, chanchullos y/o ridiculeces de un agente castrista, o de un fanático extremista, o de un troll impenitente –o ante quien no se cansa de criticar, a toda hora y en todo lugar, el modo de vida americano, o ante quien sueña con regresar a Cuba apenas un par de meses después de haber arribado a Estados Unidos—, incapaces de comprender por qué tanta gente la desperdicia o, incluso, la combate frontalmente. ¿No es evidente, incuestionable, incontestable, que la libertad es buena, que la libertad es un bien público? ¿Cómo es posible entonces que algunos le hagan la guerra o la desprecien con tanta saña?

La libertad es un bien ciertamente, pero un bien interior. No se puede apreciar la libertad cuando no se es libre a escala interior, cuando se es esclavo de un ego, de una ideología reaccionaria, de la irresponsabilidad y la inseguridad asociadas a una personalidad débil o frágil, de un complejo de inferioridad, de la envidia ante el éxito del vecino o las capacidades ajenas. Para apreciar la libertad hay que liberarse, previamente, por dentro.

La libertad es una postura ante la vida, una concepción espiritual, una cuerda tendida entre el presente y el futuro que, a la manera del equilibrista, cabe recorrer con ecuanimidad y arrojo. El equilibrio está en la mente. La libertad también es equilibrio.

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