google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Tela por donde cortar

viernes, 19 de febrero de 2010

Tela por donde cortar

por Armando Añel

Algunos ilustres miembros del exilio cubano, como era de esperar, han puesto el grito en el cielo ante la protesta, suerte de performance política, en la que desnudo y esposado, cubriéndose los genitales con la bandera nacional, César Alexander Cozar Rivera, miembro de la organización Cuba Democracia Ya, se presentó ayer ante la sede de la Unión Europea en Madrid, en el Paseo de la Castellana, pidiendo libertad para Cuba.

Algunos han tenido el tino de callarse, es cierto, y el grito en el cielo ha alumbrado su interior con esa rara claridad que consiste en entender que cada cual hace lo que puede y como puede, que la lucha más efectiva por los derechos de los cubanos es aquella que, simplemente, cada cual hace suya, la que cada cual lucha, incluso sin “coger lucha”. Pero era inevitable, en el contexto cubano, que el amargado y el criticón llevaran la sangre al río, esa clase de personajes a los que siempre todo les parece mal y que se refocilan en despotricar contra el primero que mueve un dedo o tiene una iniciativa.

El valor del acto de Cozar Rivera reside sobre todo en su efectividad, en su originalidad en el marco de una batalla por la libertad en la que el exilio, si exceptuamos una serie de eventos relativamente recientes en la blogosfera y su periferia, no se ha mostrado precisamente muy imaginativo. Ayer anochecieron decenas de medios online, y televisoras, reproduciendo la performance y su mensaje explícito (libertad para Cuba, el castrismo es un régimen indecente), y hoy amanecieron, en esa cuerda, también decenas de medios y diarios impresos. Es eso lo que hace falta, que se multiplique el mensaje de denuncia en momentos en que el gobierno de Zapatero se vende al castrismo por un plato de lentejas. Ya basta de criticar y no hacer nada.

Una bandera, no lo olvidemos, es sólo un trozo de tela al que alguien, un buen día, adjudicó un valor simbólico que otros corroboraron en el tiempo (el diseño de la bandera cubana, por añadidura, no es siquiera original), pero que de ninguna manera puede ponerse por encima de los seres humanos y su dimensión existencial, de las familias divididas, de los presos que se mueren en las cárceles. El acto de Cozar Rivera ha servido para traer a colación, de cara a la opinión pública española, masiva y mediáticamente, la tragedia que vive el pueblo de Cuba. La bandera –en este caso la nacional— debe estar al servicio de la nación, nunca a la inversa.

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