“Yo no sé si será casualidad o no (a estas alturas del juego no es que uno no crea en nada, como suelen decir, sino que por creer uno cree hasta en los cuentos de hadas), pero Armando, que es un nombre de origen germánico, significa duro, valiente, conductor de huestes: el que conduce las huestes al combate. Ese nombre, aseguran, dotaría al portador de una mente de pensamiento impaciente y receptivo, sensitivo y observador, en actividades que requieren de la versatilidad, la novedad y la curiosidad, haciéndolo exitoso en los campos de acción que tocan al sentimiento, al deseo de vivir y al de inquirir, contar sobre lo vivido, destacándose más bien como mente directora que como mano ejecutora, y podría sobresalir en profesiones como vendedor, psicólogo, investigador, detective, militar y escritor”.
Armando de Armas en La Otra Esquina de las Palabras