Calle 13 en la Calle Ocho

por Delio Regueral

Acabo de leer la noticia de que al menos uno de los integrantes del dúo Calle 13 estuvo este 25 de marzo en la manifestación de la Calle Ocho. ¿Saben qué? Pierde en mi escalafón el precio de la ignorancia que los llevó a cantar en la tribuna anti-imperialista de La Habana, y respeto su aparición en la Calle Ocho apoyando los derechos humanos.

No se pueden ignorar las injusticias cometidas bajo el manto podrido de la transparencia de las democracias. Es palpable la corrupción subvencionada por los grandes intereses. Los Fanjul, por ejemplo, multimillonarios y vergonzosamente cubanos, explotan y esclavizan niños y adultos en Santo Domingo, para la producción del azúcar subvencionada por el gobierno de los Estados Unidos con el dinero de los contribuyentes, y no pasa nada. Y ahora cabildean los precios de los terrenos que poseen en los Everglades, para proteger sus intereses y, obviamente, los de los cabilderos y políticos que apoyan la gestión.

La política que condena desde Washington a Cuba, Venezuela, Irak, Irán, Afganistán, etcétera, no puede de ningún modo justificar la relación hipócrita con China e Israel, para poner dos ejemplos controversiales. Sin excluir al Husein que cuando era aliado de Estados Unidos en la década de los ochenta exterminaba kurdos con armas químicas, mientras Washington se abrochaba los cordones de los zapatos para no mirar en esa dirección.

La línea de la justicia está muy bien definida y sólo es honesto caminar sobre ella, no a su izquierda o a su derecha. Los invencibles como Zapata Tamayo no son más que los equilibristas de la cuerda floja de la justicia.

Siempre les recuerdo a mis hijos que, ante las dudas en el arar de la vida, sólo el sentido de la justicia les mostrará el camino a seguir, asumiendo que las leyes no siempre cabalgan en la estampida de la verdad.