“Yo fui miembro de la UNEAC. Me lo propusieron y dije que sí. Sólo tuve que firmar una planilla. Pertenecer a la UNEAC no era pertenecer a la UJC ni al PCC. Ni ostentación ni arrepentimiento. Conozco a muchos de sus miembros en la actualidad. Con algunos discuto, me caen mal unos cuantos, pero conservo amigos que son de la UNEAC y que no se prestan a firmar cualquier cosa. No hace mucho me enviaron las planillas por correo electrónico para renovar la membresía, pero no me interesa.
“En Cuba era útil porque no tenías que pedir permiso de salida. Dentro de la UNEAC hay de todo, gente mediocre, gente talentosa, oportunistas, gente que arriesga opiniones. Fuera de la UNEAC lo mismo. Las personas que me recomendaron sabían de mis convicciones, que nunca oculté. Y también sabían que yo era un incansable rimador: Vivac, Pontiac, Balzac, cerelac… Muchas cosas que han afirmado y firmado los cofrades de Miguel Barnet son realmente indignas, pero sabemos que existe una membresía formal, silenciosa, que prefiere hacer su obra y no andar con pancartas de uno u otro lado.
“En fin, el estar exento de membresías es encomiable, pero no te salva”.
Manuel Sosa aquí